“El Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel” (Is 7, 14).
"Todo esto sucedió para que
se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad:
la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre
Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó,
hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y
sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre
Jesús" (Mt 1, 22-25)
La profecía de Isaías se cumple en María. El icono muestra la belleza de la Virgen, su ámbito inmenso de santidad, el sagrario del Verbo y, simultáneamente, la evocadora imagen de la Sabiduría divina. El Niño Dios es mostrado, mitad como aún en el vientre materno de María, mitad como el Enmanuel, el Señor-con-nosotros prometido.
La profecía de Isaías se cumple en María. El icono muestra la belleza de la Virgen, su ámbito inmenso de santidad, el sagrario del Verbo y, simultáneamente, la evocadora imagen de la Sabiduría divina. El Niño Dios es mostrado, mitad como aún en el vientre materno de María, mitad como el Enmanuel, el Señor-con-nosotros prometido.
La actitud de orar con las manos
levantadas se registra ya en las catacumbas romanas, denotando la
tensión entre la finitud humana y la esperanza de ser levantado de ella.
Es la posición natural de quien se reconoce criatura y se dirige a su
creador. Es la actitud natural de una existencia menesterosa, la propia
del mendigo.
Universal es el significado de esta
actitud que recoge la liturgia de la Iglesia en sus celebraciones, y más
concretamente en la Eucaristía, cuando se dirige al Padre con las manos
levantadas, mostrando las palmas, en signo inequívoco de súplica
La
necesidad de “levantarse” para dirigirse a Dios se recoge en autores tan
distantes como Juan Damasceno (675-749 y Fray Luis de Granada
(1504-1588), que definen la oración diciendo:
“Oración es levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes “(Fray Luis de Granada, De la oración vocal)
La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (S. Juan Damasceno)
Los iconos de la Virgen en actitud
orante la presentan, ya de lado, ya de frente, pero siempre con los
brazos abiertos y las palmas hacia arriba, en clara distinción de la
iconografía de la Virgen Hodigitria, que la representa con las manos de forma indicativa, señalando a su Hijo que es el Camino verdadero.
La imagen primera es también conocida
como la Virgen del Signo, porque al llevar en su seno al Mesías hace
cumplimiento en ella de la profecía de Isaías: “El Señor mismo os dará un signo: la virgen concebirá y dará a luz un hijo” (Is 7, 14)
Este icono presente recuerda extraordinariamente al de “La sabiduría divina”, la “Santa Sofía”.
La Virgen María, que ha portado la Palabra de Dios hecha carne, es el
signo de la Sofía divina, que une la divinidad y la criatura desde el
primer momento de la creación. La Virgen María es la Teofanía de este
encuentro.
También recibe el nombre de Platytera , que procede del griego y nos hace recordar que la Virgen está hecha "más allá del cielo".
Generalmente, la “Virgen del signo”
está pintada de frente, sentada o de pie, en una actitud mayestática y
seria, con mirada fija en un punto muy alejado tras el espectador,
rebasando su posición cercana.
Su hijo está sentado sobre su regazo,
haciendo con las manos levantadas, unas veces, la señal sacerdotal de
bendición, y en este caso porta en su mano izquierda el rollo de las
escrituras. Otras, las más frecuentes, el Niño imita a su madre abriendo
los brazos hacia el cielo en clara figura suplicante. Siempre tiene
expresión de adulto en su rostro muy poco infantil, con la habitual
cabellera bien doitada , y así ya indica que es el Salvador. Las tres
letras del nimbo cruciforme, característico de Cristo, significan "El
que es", o "Yo soy el que soy", como el nombre de Yhavé revelado a
Moisés.
La nomenclatura usual IC XC representa
las iniciales y las finales de la palabra griega que significa
Jesucristo, mientras que las letras MP OY definen a la Madre de Dios
(Mater Theoi).
En este último motivo, la madre tiene
las dos manos en un gesto de plegaria; el niño está pintado en un
escudete redondo, sobre el mismo seno de su madre, evocando el
alumbramiento.
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