16 de diciembre de 2025

Nuestra Señora de la Peña de Río de Janeiro

 


Traducido y adaptado del sitio Santuário Basilica da Penha:

 Cuando los portugueses entraron en la bahía de Guanabara, quedaron impresionados por su belleza natural. Hasta hoy, la ciudad de Río de Janeiro se conoce como la "Ciudad Maravillosa"

La Penha no es una excepción. Los visitantes del Santuario quedan maravillados con el paisaje que pueden contemplar desde el lugar que Nuestra Señora eligió para derramar sus bendiciones de Madre sobre los habitantes de Río y todos aquellos que visitan su Santuario.

La devoción a la Santísima Virgen bajo el título de Nuestra Señora de la Penha de Francia comenzó en el siglo XV en Europa.  

En Brasil, según diversas fuentes, la primera ermita en honor a Nuestra Señora de la Penha fue construida en Vila Velha, antigua capitanía de Espírito Santo, entre los años 1558 y 1570. 

La segunda ermita surgió tras la fundación de la Fazenda Grande o de Nuestra Señora de la Ajuda, en la parroquia de Irajá, en Río de Janeiro. Todo comenzó a principios del siglo XVII, alrededor del año 1635, cuando el capitán Baltazar de Abreu Cardoso subía al Penhasco (gran roca) para ver sus plantaciones, ya que era propietario de toda la zona que rodea el actual santuario. De repente, fue atacado por una enorme serpiente. Baltazar, que era devoto de Nuestra Señora, cuando se vio solo e incapaz de defenderse, pidió ayuda a Nuestra Señora gritando: "¡Nuestra Señora, ayúdeme!". En ese preciso momento apareció un lagarto enemigo de las serpientes y se entabló una lucha mortal entre los dos animales. Baltazar, por su parte, no perdió tiempo y huyó.

Después de recuperarse del susto, Baltazar reconoció que el lagarto había aparecido precisamente en el momento en que él había pedido la protección de la Virgen María. Agradecido por tan importante gesto maternal, Baltazar construyó una pequeña capilla donde colocó una imagen de Nuestra Señora. Si antes el capitán Baltazar subía al acantilado para ver sus plantaciones, a partir de entonces también subía para agradecer el exquisito gesto de cariño que la Madre del Cielo había tenido con él. Al igual que él, también sus familiares, amigos y vecinos, e incluso personas curiosas que veían la pequeña capilla desde la distancia, comenzaron a subir a la gran roca (de ahí viene la palabra Penha) unos para pedir y otros para agradecer las gracias obtenidas por intercesión de la Señora desde lo alto del acantilado: Penha. De tanto que la gente decía: vamos a la Penha a visitar a Nuestra Señora, pasaron a decir: vamos a visitar a Nuestra Señora de la Penha.

La devoción a Nuestra Señora de Penha se fue extendiendo y cada vez era mayor el número de personas que visitaban este lugar sagrado y encantador. Unos para pedir y otros para agradecer su intercesión.

El capitán Baltazar donó todas sus propiedades a Nuestra Señora de Penha, pero era necesario que alguien con crédito administrara responsablemente ese patrimonio. Así, en 1728 se creó la Venerable Hermandad de Nuestra Señora de Penha, que con mucho celo y dedicación demolió la primera capilla, muy pequeña, y construyó otra con una torre en la que se colocaron dos pequeñas campanas.

Más tarde, en el año 1870, se demolió esta capilla y se construyó en su lugar un nuevo templo: una iglesia con una torre y nuevas campanas. Alrededor del año 1900 se llevó a cabo una nueva intervención. El templo se amplió, ganando dos nuevas torres, en las que más tarde se instaló un carillón con 18 campanas de origen portugués, adquiridas en la Exposición Nacional del 1er Centenario de la Independencia de Brasil. Este carillón fue inaugurado el 27 de septiembre de 1925 con la bendición del entonces nuncio apostólico en Brasil, el cardenal Dom Henrique Gasparri

En el año 1817, una piadosa pareja subía la roca cuando la esposa, la Sra. María Barbosa, le comentó a su esposo que le pediría a Nuestra Señora de Penha que intercediera por ellos para que Dios les concediera un hijo, ya que llevaban varios años casados y no tenían hijos.

La Sra. María Barbosa confió, pidió y prometió que si tenía un hijo mandaría esculpir en el duro granito del acantilado una escalera para facilitar el acceso de los devotos de Nuestra Señora de la Penha al Santuario. Al año siguiente, la pareja fue bendecida con un hermoso hijo y, en 1819, la escalera estaba lista. Son 382 escalones tallados en la propia roca, más incluso que el número de días del año.

Situada a la entrada de la ciudad, con la sonrisa de una madre a quienes llegan, ya sea por la Avenida Brasil o la Linha Vermelha, por el puente Río-Niterói o incluso por el Aeropuerto Internacional Tom Jobim, el Santuario de Nuestra Señora de Penha es, por excelencia, el trono que María, Madre de Dios, eligió en Río de Janeiro para ser el centro de su devoción entre nosotros. A esta Basílica acuden miles de peregrinos de todo Brasil y del extranjero para darle las gracias por las gracias recibidas o pedir su intercesión. A medida que subimos la colina sagrada, sentimos que el ambiente se vuelve más religioso. Son innumerables las personas que suben la escalera rezando, sobre todo el rosario.

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