Del sitio Gaudium Press:
En ninguna otra aparición Nuestra Señora se ha mostrado tan claramente como Reina de los Profetas cuanto en Fátima, en el año 1917.
Ella vino en persona a recordar verdades olvidadas, como la existencia del infierno, y para amenazar a los hombres con terribles castigos si no encaminaban sus vidas por el camino de la justicia. Terminó su mensaje, sin embargo, con la promesa que anima a todos aquellos que esperan la intervención divina: “¡Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará!”.
En un mundo sumido en el más degradante relativismo moral, en el que las almas, perdiendo la noción del bien y del mal, ignoran el temor de Dios y se precipitan sin freno en la búsqueda del placer, la admonición maternal de Fátima se presenta con el ímpetu de una lanza que desafía la corriente innoble y divide a los hombres en dos bloques irreconciliables.
Nuestra Señora quiso hablar al comienzo de un siglo que se caracterizaría por el silencio de los que tenían que clamar o, peor aún, por el engaño de los que, conociendo la verdad, buscarían oscurecerla porque sus obras eran malas. (cf. Jn 3,19).
El mensaje de la Cova da Iria, tantas veces tergiversado, resulta puntiagudo e incómodo. Debe entenderse a la luz de la predicción del profeta Miqueas: “Oráculo del Señor contra los profetas que descarrían a mi pueblo, que proclaman la paz cuando tienen algo que masticar, y que declaran la guerra a los que no les llevan nada a la boca. Por tanto, en lugar de visiones, tendréis noche, y tinieblas en lugar de revelaciones. El sol se pondrá para estos profetas, el día se tornará oscuro; los videntes serán confundidos, los adivinos serán avergonzados. Todos esconderán sus barbas, porque Dios dejará de hablarles. Pero yo estoy lleno del poder del Espíritu del Señor, de justicia y de coraje, para denunciar a Jacob su iniquidad y a Israel su pecado” (3, 5-8).
Otro aspecto relevante de las apariciones de Fátima es, sin duda, la acción sobrenatural de la Madre de Dios sobre los pastorcitos. Ellos la describen como una Dama más brillante que el sol, hermosa y encantadora. Cuando la Virgen abría sus manos, rayos de luz inefable y clarísima penetraban en los niños haciéndoles anticipar la visión beatífica.
He aquí el camino de santificación inaugurado en la Cova da Iria: transformados por una acción privilegiada de la gracia, los auténticos devotos y esclavos de la Virgen serán introducidos en sus misteriosos secretos de santidad, luz y gloria. Lucharán para ver cumplida la voluntad del Altísimo, como anunció María: “Dios quiere instaurar en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”.
Sin embargo, a causa de esta firme resolución de hacer conocer y amar a Nuestra Señora, muchos los combatirán: “El diablo tenderá, como tú lo predijiste, grandes lazos sobre el calcañar de esta misteriosa mujer, es decir, sobre la pequeña compañía de sus hijos”.
Sin embargo, nada los asustará. Rebosantes de fe, deben estar seguros de que “el poder de María sobre todos los demonios se hará más evidente en los últimos tiempos. […] [Sus humildes esclavos] serán ricos en la gracia de Dios, que María les distribuirá abundantemente; grandes y eminentes en santidad ante Dios, superiores a toda criatura en su valeroso celo, y tan fuertemente sostenidos por la ayuda divina que, con la humildad de su calcañar y en unión con María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo. ” .
“Volvamos nuestra mirada a la Señora de Fátima, pidiéndole cuanto antes la contrición que nos obtenga los grandes perdones, la fuerza para pelear los grandes combates, y la abnegación para ser desprendidos en las grandes victorias que traerán con ellos la implantación del Reino de Ella. Son victorias que deseamos de todo corazón, aunque, para alcanzarlas, la Iglesia y el género humano tengan que pasar por los castigos apocalípticos – pero cuán justicieros, regeneradores y misericordiosos – previstos por Ella en 1917 en la Cova da Iria”.
Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP
Del libro Maria Santíssima! O Paraíso de Deus revelado aos homens, v.3.
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