Un exorcista notó un día, para su gran sorpresa, que Dios humillaba al demonio obligándolo a alabar a María. En efecto, mientras este sacerdote invocaba a la Virgen, el demonio dijo: "Ella es la única que está en todas partes, me «mata», siempre me ha «matado», siempre me ha «matado», me pisotea; su velo maldito me estrangula cada vez; ninguno de nosotros puede resistir". Ante esas palabras, el exorcista exclamó: “¡Gracias María, gracias Corazón Inmaculado!”. El demonio respondió inmediatamente: “Dejen en paz a ese Corazón: le clavamos una espada y no murió; crucificamos a su Hijo y no murió; ¡ella tomó otros hijos!”.
Durante otro exorcismo, mientras el sacerdote alababa al Inmaculado Corazón de María, el demonio dijo: “Su Corazón es nuestro dolor; su Corazón, cuanto más lo traspasábamos, más vivo estaba; cuanto más lo atacábamos, más nos destruía Ella; cuanto más sufría su Corazón, más sufríamos nosotros. Queríamos «alegrarnos» y, en cambio, ella nos estaba matando con sus lágrimas: sus lágrimas son el fuego que nos mata”.
Otro día, mientras este mismo exorcista invocaba la intercesión del Inmaculado Corazón de María, el diablo hablaba de las espinas que le eran clavadas (las espinas representan los pecados de la humanidad) y de los que reparan las ofensas contra este Corazón: “Los hombres me ayudaron a clavarle mil millones de espinas, ustedes me ayudaron a clavarle todas esas espinas, ustedes me ayudaron; pero, cuantas más espinas, más fuerza, más sangre, más poder, más sufrimiento, más gloria".
"Sus pecados se han transformado en gloria, porque muchas almas se han dedicado a expiarlos; y cada alma expulsa una espina y cada espina que salta es un arpón de fuego que se nos clava en el cerebro. Los golpeamos, los quemamos, los arañamos, los perforamos y ellos siguen totalmente absortos en oración. Se les insulta, se les calumnia y permanecen inamovibles en oración. ¡Esta tortura nunca terminará, esta tortura no terminará jamás! ¡Es demasiado, es demasiado! ¡Cuántas personas inconscientes se consagran y no esperan otra cosa que morir por Ella y por su Hijo!”.
Tomado de:
Bamonte, Francesco (2006).
Possesioni diaboliche ed esorcismo: Come riconoscere l'astuto ingannatore
(“Posesiones diabólicas y exorcismos: como reconocer al astuto mentiroso).
Torino
Figlie di San Paolo.
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