20 de agosto de 2022

Nuestra Señora de la Paz de Medina Sidonia

 Del sitio Revista Puerta del Sol:

Se celebró el bicentenario del patronazgo de Nuestra Señora de la Paz. Aunque la imagen de la Virgen se veneraba desde hacía mucho en el templo de San Agustín, no fue hasta 1802 cuando el Papa le otorgó el título de Patrona de Medina. Su sede se trasladó a la Iglesia de Santa María, donde se constituyó una hermandad para rendirle culto. La Virgen de la Paz sigue siendo testigo hoy del devenir histórico de nuestro pueblo.

El veinticuatro de enero se hace constar en el santoral de España la advocación de Nuestra Señora de la Paz. La leyenda de Oro remonta sus orígenes a los tiempos del rey Alfonso VI, quien otorgó dicho título a la Santísima Virgen agradeciendo su intercesión en favor de la paz entre árabes y cristianos, siempre envueltos en luchas y conflictos en la ciudad y arzobispado de Toledo. La advocación mariana se extendería más tarde a otras poblaciones donde se daban circunstancias semejantes, entre ellas, seguramente, Medina Sidonia.

La devoción y el culto a la Virgen María en Medina data de la época de la conquista cristiana. Por privilegio otorgado el diez de diciembre de 1279 el rey Alfonso X el Sabio dio a la Orden de Santa María de España, por él fundada, la villa y castillo de Medina Sidonia, "a que Nos ponemos nombre Estrella, en que tengan el Convento mayor que esta Orden ha de tener en esta frontera del Reino de Sevilla". El actual templo de Santa María, según nuestra opinión, estaría levantado sobre el primitivo de la Orden de Santa María, erigido a su vez sobre una mezquita; y la imagen de mármol de Nuestra Señora que preside la puerta hoy llamada de los Óleos, que comunica el templo con el claustro, es un recuerdo de la iglesia de la Orden de Santa María de España, a la que probablemente también debemos la estrella que figura en el escudo de la ciudad. Recordemos que el rey sabio consideraba a Santa María su "estrella e guía".

A la muerte de don Alonso de Guzmán el Bueno (1309), que tenía Medina Sidonia empeñada del rey don Fernando IV, su hijo Juan Alonso de Guzmán se hizo cargo de la gobernación de la villa junto con su madre doña María Alonso Coronel. Ésta dedicó una cuarta parte de su cuantiosa hacienda a hacer obras de caridad a los pobres necesitados, entre ellas la fundación de hospitales en los pueblos de su patrimonio para acoger y sanar a los indigentes enfermos. Así debió surgir el Hospital de Santa María en Medina Sidonia, de cuya existencia tenemos testimonio gracias a un protocolo notarial de 1552 que se guarda en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Junto a él se encontraba una ermita también dedicada a la Virgen María.

En la segunda mitad del siglo XV la rivalidad entre las poderosas casas de los Guzmanes y los Ponce de León había tenido entre sus escenarios Sevilla, Sanlúcar, Jerez y Medina Sidonia, que una noche fue asaltada y ocupada por la huestes de los Ponce de León, siendo arrojado su alcaide desde la torre del castillo. En 1473, el nuevo obispo de la diócesis gaditana, Pedro Fernández de Solís, solventó las sangrientas diferencias existentes entre ambas familias, castigó los desórdenes en aquellas ciudades y puso paz. Con este motivo, por la paz alcanzada en las almas asidonenses, se le dio el título de Nuestra Señora de la Paz a la muy venerada imagen de la mencionada ermita hospital, una escultura cuyo autor desconocemos, pero que probablemente poseía la faz que apareció dentro de la imagen actual cuando fue restaurada recientemente.

En testamento otorgado el veintidós de septiembre de 1575 por don Mateo de Guevara, presbítero y beneficiado de las iglesias de Medina Sidonia, se manda fundar en dicha ciudad un convento de la Orden de San Agustín; y el veintitrés de noviembre de dicho año los agustinos calzados tomaron posesión de una nueva edificación erigida en la antigua ermita-hospital con la licencia del obispo gaditano y con la valiosa colaboración del duque don Alonso Pérez de Guzmán, cuyos escudos nobiliarios se colocaron en la fachada del cenobio. La devoción tan grande que los asidonenses profesaban ya a la Virgen de la Paz en su antigua ermita, motivó que la nueva iglesia y convento, hoy conocidos como San Agustín, se pusieran bajo dicha advocación de Nuestra Señora.

La primitiva capilla donde se veneraba la imagen de la Virgen estaba situada al lado izquierdo del altar mayor, y era el Sagrario del templo. Doña Mariana de Estupiñán costeó en 1596 la erección de una nueva capilla mayor, que fue construida por los maestros Esteban de Isaguirre y Bernabé Rodríguez. Cuando se terminó la obra, se colocó en ella la imagen de Nuestra Señora de la Paz. Ignoramos el nombre del escultor del retablo mayor.

Desde entonces, los asidonenses han recurrido en múltiples ocasiones a implorar los beneficios espirituales y materiales de su patrona, especialmente en el año 1685, en que la ciudad quedó libre de muertes cuando fue azotada por una peste cruel y generalizada.

Cuando se restauró la actual imagen en 1996, además del antiguo rostro, se encontró un papel manuscrito por el agustino fray Juan de San José, sacristán mayor del convento de San Agustín, en el que decía que había sido encarnada (pintada) en el año 1737 por Antonio Escuda, quien por aquellos tiempos fue el dorador del retablo mayor de la iglesia de la Victoria. Suponemos que el artista que la talló fue el escultor sevillano Diego Maestre, que por entonces ejercía su arte en Alcalá de los Gazules y que era admirado por la comunidad agustina asidonense, en cuya iglesia hizo el retablo del Sagrario. La nueva imagen de Nuestra Señora de la Paz se bendijo y "estrenó" el veinticuatro de enero de 1738.

El dieciséis de enero de 1784 el prior del convento agustino fray Felipe Rodríguez comunicaba al obispo gaditano que en su convento se celebraba una devotísima octava a la Virgen de la Paz "nuestra titular -decía- desde nuestra fundación y particular protectora de este pueblo por los repetidos beneficios que se han experimentado de su amor sanando a muchos de la epidemia de la peste en diversos años [...], haciéndole este Ayuntamiento el cumplimiento de un voto en el día octavo con plena asistencia".

El pueblo acudía masivamente año tras año a renovar su voto con el deseo de convertir a la Virgen de la Paz en su patrona. Así que el tres de enero de 1800 el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad se reunieron en sesión solemne y acordaron se practicasen las diligencias necesarias para que la Santa Sede confirmase el patronato. La demanda incluiría el ruego de que el veinticuatro de enero, en que la Iglesia celebraba la festividad de Nuestra Señora de la Paz, fuese declarado festivo y de precepto en Medina. El Ayuntamiento, del fondo de sus propios, correría con los gastos de la celebración como prueba de su devoción y agradecimiento. Asimismo se solicitaría la aprobación de Su Majestad y de su Real Consejo. Para todo ello fue comisionado don Joaquín Pareja y Cortés, de la Real Maestranza de Ronda y síndico personero de este ayuntamiento, quien el cinco de abril de 1800 escribió al obispo de Cádiz Antonio Martínez de la Plaza en estos términos:

Ilmo. Sr.

Muy Sr. mío y de toda mi veneración. Como Procurador Mayor de esta Ciudad y Síndico Personero de su común, he estado y estoy encargado de todas las diligencias, que se han practicado, y deben practicarse hasta conseguir por Patrona de este Pueblo a Nra. Sra. de la Paz, pudiendo asegurar a V.S.I. que las muchas faltas que tengan las practicadas proceden de ignorancia y no de malicia que no cabe en asunto semejante, en él solamente nuestra gratitud y devoción han dirigido todas nuestras operaciones, procurando por cuantos medios son posibles unir con este motivo, como se ha conseguido, al vecindario, disperso antes por las fatales ocurrencias pasadas de que V.S.I. en su tiempo tuvo alguna noticia.

En las solemnes Octava y Novena que se han celebrado a costa de todos los vecinos pudientes y devotos, han manifestado sin excepción, del modo más tierno y expresivo, su devoción y sus deseos, y en los vivas y aclamaciones del Cabildo general abierto dieron una prueba nada equívoca de sus religiosos sentimientos no haciendo más que confirmar con las solemnidades de derecho lo que hace muchos años se debía haber ejecutado, y parece estaba por inescrutables juicios reservado a este tiempo.

Yo tengo más que otro alguno conocido derecho a las bondades de V.S.I. pues teniendo el honor de conocerle desde mis primeros años, soy acreedor de justicia a su sabia dirección, la que imploro en este caso para seguir estas diligencias con acierto, tanto más cuanto en la crítica actual situación, tan notoria a V.S.I., se necesita, más que nunca, de un guía como V.S.I..

V.S.I., con su bondad, se servirá disimular los defectos que contengan representación, diligencias y acuerdos, y particularmente mi osadía en esta última insinuación, conociendo es efecto de mi celo, porque se verifique cuanto antes, y sin crecidos costos, demoras y con acierto, este, a mi parecer, tan deseado y debido Patronato, como también del favor tan antiguo con que siempre ha distinguido a esta mi casa, y al que confieso no tengo otro derecho que el que me presta su amabilidad y dulzura, como haberme criado en un Pueblo, donde más que en otro alguno venera, aprecia y celebra el Patronato de la misma Señora bajo la advocación de las Angustias [...]. Toda mi familia y yo nos repetimos a la obediencia de V.E.S.I. con el más sincero afecto con el que rogamos a Nra. Sra. guarde a V.S. muchos años.

Conocemos la respuesta del Obispo gracias a un borrador, con abundantes correcciones, que aparecía adjunto al documento anterior. Dice:

Aprobamos y elogiamos el fervor, devoción y gratitud con que la Ciudad de Medina Sidonia desea, y ha conseguido, elegir por su Patrona a María Ssmª bajo la advocación de la Paz cuya imagen se venera en el Convento de Religiosos Agustinos Calzados de dicha ciudad habiendo sido desde antiguo el recurrir del Pueblo en sus necesidades públicas para alcanzar de Dios el remedio de ellas y a este fin, por lo que a Nos toca prestamos en debida forma nuestro consentimiento con tal que se continúe la instancia y recurso a la Silla Apostólica según está prevenido por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos de 23 de Marzo de 1630 de mandato de N.S.P. Urbano VIII de feliz memoria; esto sin embargo de no haberse resuelto el pueblo a votar en secreto y procedido por general aclamación. Y para que en todo tiempo pueda acreditarse este nuestro consentimiento devuélvanse las anteriores diligencias por el conducto que se han presentado a fin de que se use de ellas como convenga a la solicitud que al efecto ha de hacerse a la Santa Sede.

El patronato fue concedido por el papa Pío VII en bula fechada el veinte de agosto de 1802. El procurador mayor presentó el escrito de la Santa Sede al Cabildo Municipal el veintiuno de octubre del mismo año. Rezaba así:

PAPA PIO VII

Para futura memoria. Nuestros amados hijos, el Clero, Autoridades y Pueblo de la Ciudad de Medina Sidonia, de la Diócesis de Cádiz, nos expusieron el Decreto obtenido por ellos de la infrascrita Congregación de Cardenales y que es del tenor siguiente: Elevados a la Congregación de Sagrados Ritos por el Excmo. Rvmo. Señor Cardenal de Lorenzana los humildes ruegos del Clero, Autoridades y Pueblo de Medina Sidonia, de la Diócesis de Cádiz, pidiendo la confirmación de la elección de la Bª V. María bajo el título de la Paz como Patrona Principal de la citada Ciudad; la misma Sagrada Congregación, conociendo que la tal elección fue hecha observando todos los requisitos y según lo prescrito en el Decreto de feliz recuerdo del Papa Urbano VIII y con el consentimiento del Rvmo. Prelado, lo confirmó y aprobó; y a la festividad de la Bª V. María de la Paz, elegida como Patrona Principal de dicha Ciudad, le otorgó y concedió las prerrogativas propias de las fiestas de los Patronos Principales el día 10 de julio de 1802. Mas como en la citada exposición, los dichos exponentes desean, en gran manera, nuestra confirmación Apostólica para que el anterior Decreto subsista con fuerza y se observe con exactitud, Nos, queriendo conceder a los mismos exponentes especiales favores y gracias [...] confirmamos y aprobamos con Nuestra Autoridad Apostólica el citado Decreto y todo lo contenido en él y le concedemos la fuerza de nuestra inviolable firmeza Apostólica, supliendo todos y cada uno de los defectos de hecho y de derecho que en él pudieran existir y ordenamos que las presentes Letras sean y permanezcan siempre firmes, válidas y eficaces; y que surtan y alcancen plena e íntegramente sus efectos; y que respalden plenamente ahora y en lo sucesivo al Clero, a las Autoridades y al Pueblo; y que así ha de ser juzgado y definido por todos y que es desde ahora nulo e inválido lo que de otra manera acerca de esto se intente por cualquiera que sea, con cualquier autoridad, por ignorancia o a sabiendas. Sin que obste nada en contrario...

Dado en Roma junto a Sta. Mª la Mayor bajo el Anillo del Pescador el día 20 de agosto de 1802, tercero de Ntro. Pontificado.

Por el Señor Cardenal Braschio de Honestis.
G. Bermo. Sustituto.

Se acordó en aquella sesión que el mencionado procurador mayor de la ciudad se presentara con el breve de Su Santidad, testimonio de este acuerdo, al Obispo de Cádiz para que éste otorgase el permiso para poner en uso la concesión del patronato anunciándolo al público y procediendo a las funciones propias en honor de María Santísima. El día veinticinco de octubre se presentaba un escrito ante el obispado, y dos días después la autoridad eclesiástica daba el permiso. El dos de noviembre el cabildo de la ciudad nombra a dos comisionados, Juan Nepomuceno Peláez y Ramón Ibarra, para organizar los actos de la celebración junto con el clero y las comunidades monásticas de Medina. Al día siguiente se enviaron oficios relativos a dicho asunto al señor vicario y a los conventos de monjas y frailes. El día seis, reunidos en la sala capitular del ayuntamiento, diputados y clero acordaron que las funciones comenzaran cuando la ciudad lo conviniera, y que se celebrara una procesión general en la que la Virgen fuese acompañada por las comunidades y el venerable clero. Los diputados del clero expusieron que desde luego estarían prontos a celebrar una función religiosa en honor de la Virgen como patrona si la ciudad permite sean ellos los primeros en organizar tan solemne homenaje; y que desde la víspera del día en que ha de hacerse la primera función religiosa se repique generalmente en toda la ciudad, puesto que la imagen de María Ssmª de la Paz se reconoce por patrona de esta ciudad con arreglo al breve de Su Santidad.

En Cabildo celebrado por el Ayuntamiento el ocho de noviembre, se acordó que el día cuatro del próximo diciembre se organizara una procesión conduciendo la imagen de la Patrona a la Iglesia Mayor, donde se celebraría una solemne misa con sermón; concluida ésta, se devolvería a San Agustín, donde se veneraba. La noche del día tres los vecinos iluminarían sus casas para el evento.

Anteriormente, el Ayuntamiento, recogiendo el deseo de la ciudad en masa había acordado que se celebrase una función solemne el día veinticuatro de enero, en que se conmemoraba la Virgen de la Paz en el calendario litúrgico. Para ello se encargó a los diputados de fiestas pusieran su total empeño para el mayor esplendor de los actos en dicho día. Asimismo se suplicó al señor corregidor mandase publicar edictos de este acuerdo exhortando a los vecinos a que concurrieran voluntariamente sin más apremio que su devoción y gratitud a la Virgen, y que iluminasen sus casas en la noche de la víspera de la festividad, como también lo harían las casas capitulares. También se acordó que se pasase un oficio dando conocimiento de todo ello al padre prior del convento de San Agustín.

El doce de enero quedaron fijados los edictos en la torre de la Victoria y en la plazuela de San Juan, sitios de mayor concurrencia de la ciudad. Dos días después el Venerable clero remitió al Cabildo Municipal el siguiente escrito:

Muy ilustre Ayuntamiento: Congregados en la Iglesia Mayor Parroquial se leyó el Oficio que V.S. le pasó con fecha 11 del corriente y asimismo testimonio del acuerdo y aceptación de la propuesta hecha por el Sr. Dn. Joaquín Pareja y Cortés, relativa a que se vote por Patrona de ella a nuestra madre María Santísima bajo el título y adoración de la Paz, en atención a los grandes beneficios que ha experimentado esta Ciudad y sus moradores de las misericordias de tan Gran Madre; y enterado el Clero de todo el contenido de los citados escritos, lleno de la mayor complacencia dijo le resultaba en todo de satisfacción de que se verifique el Patronato con presencia de todos los puntos del Decreto del Sr. Urbano VIII y nombró Diputados a los Sres. D. Juan García Garancho, Cura Párroco de esta Iglesia y a Dn. Joaquín Cervera para que concurran con el Caballero comisionado por el Cabildo a todas las diligencias que sean conducentes.

El día dieciocho, conocido el escrito anterior, el Ayuntamiento ordenó que se trajese y leyese el referido decreto del papa Urbano VIII, otorgado el veintitrés de marzo de 1630, dado por la Sagrada Congregación de Ritos con anuencia del citado pontífice. Y se acordó que, a pesar de la variedad que en el transcurso del tiempo hubiesen tenido estas respetables providencias, exposición y práctica, por nuevas disposiciones emanadas de la misma autoridad, la representación del pueblo en el modo presente constituida era bastante para la legitimidad de elección de santos patronos; desde luego queriendo este Cabildo, Justicia y Regimiento darle a la elección hecha toda la firmeza y solidez que es susceptible. Se convocó de nuevo al clero y a las comunidades religiosas, así como a los vecinos más notables para el uno de febrero. En esta misma sesión el Cabildo también quedó enterado de la solemnidad con que a expensas de los individuos de este mismo cabildo y de otros vecinos, estaba dispuesto un octavario de funciones clásicas en obsequio, honor y culto a la Virgen; y se acordó que el Ayuntamiento asistiría con toda solemnidad y pompa que acostumbra, bajo mazas, las ocho mañanas del octavario.

Así se hizo durante varios años, trayendo la imagen desde San Agustín a la Iglesia Mayor, donde tenía lugar el octavario, y devolviéndola luego a su sede en solemne recorrido, con las casas y calles de la ciudad iluminadas. Sin embargo las ceremonias debieron ser recortadas durante la ocupación de las tropas francesas, que permanecieron en la ciudad hasta agosto de 1812.

Años después, tras la desamortización, el convento y el templo agustino de Medina Sidonia quedaron abandonados. La iglesia se arruinaba, y se decidió trasladar la venerada imagen de la Patrona a la Iglesia Mayor y colocarla en la capilla de su Sagrario, donde hoy sigue teniendo su sede. Para ello se hizo una gran transformación del retablo construido por Roque de Bolduque en el siglo XVI, cuyo destrozo nunca se cesará de lamentar. Las obras comenzaron en 1858 y terminaron en 1870. El siete de diciembre de 1871, en visita pastoral a la ciudad, el obispo fray Félix María de Arriete hizo "la solemne inauguración del magnífico camarín de la patrona", según consta en el Libro de Visitas de dicha iglesia parroquial. El coste de lo realizado ascendió a 26.479 reales, de los que 5.711 fueron aportados por las limosnas del clero y de los devotos, por quienes regalaron materiales y por los operarios que muchos días trabajaron desinteresadamente; el resto lo donó la señora asidonense doña Francisca Velázquez y Gómez, esposa de don Gerónimo Martínez y Enrile. En un codicilo que otorgó en Jerez de la Frontera pidió que su cadáver fuera sepultado al lado de la Virgen de la Paz. Así se hizo con el permiso episcopal, construyéndose una capilla-mausoleo junto al Sagrario y altar de la Virgen. Recientemente se deshizo la capilla-mausoleo y se trasladaron los restos de la benefactora, con los de su padre y su primer marido, al claustro de la iglesia.

Según los datos que me facilita don Manuel García Sánchez, en 1868, antes de ser colocada la imagen de la patrona en su nuevo camarín, el párroco de Santa María y arcipreste de Medina Francisco de Paula Pelufo animó a los devotos a constituir una Hermandad de Nuestra Señora de la Paz publicando la siguiente nota:

Para corresponder a los beneficios recibidos de nuestra Amantísima Patrona, y merecer en lo sucesivo su constante protección, se procede desde hoy a constituir, bajo el título de Nuestra Señora de la Paz la Hermandad que tantas veces ha recomendado nuestro dignísimo Prelado, para mayor devoción y culto de Nuestra Excelsa patrona.

Se suplica por lo tanto a las personas que deseen tener la honra de pertenecer a dicha Hermandad se sirvan poner sus nombres a continuación, para dar este público testimonio de verdadera piedad, no menos que de justa correspondencia a la paternal invitación de nuestro Ilmo. Sr. Obispo.

Pusieron sus nombres para ser hermanos ciento doce varones y doscientas diecinueve mujeres. Se convocaron elecciones para formar la Junta de Gobierno y dieron el siguiente resultado: subprotector, Francisco de Paula Pelufo; hermano mayor, José Pardo Figueroa; vicehermano mayor, Emilio Ferrer y Arostegui; tesorero, Juan Francisco Bueno; vicetesorero, Ramón Romero y García; secretario, Diego Castell Alonso; vicesecretario, Ildefonso Marín y Solís; camaristas, Francisca y Josefa Díaz. Los primeros estatutos de la hermandad se redactaron el veintiuno de marzo de 1868, y fueron aprobados por el obispo Félix María de Arriete y Llano el seis de abril del mismo año.

El veintinueve de noviembre de 1868 la Secretaría de Cámara y Gobierno del Obispado de Cádiz publicó la siguiente nota:

Habiendo pedido S.S.I. mi Señor Su Santidad el Señor Pío IX abriese los tesoros de la Indulgencia a favor de los cofrades, de uno y otro sexo de Nuestra Señora de la Paz de la Ciudad de Medina Sidonia, nuestro Santísimo Padre, acogiendo benignamente los ruegos de S.S.I. se ha dignado conceder, según Breve expedido en Roma el 18 de Agosto de este año por el Emmº Sr. Cardenal Prefecto de la S. Congregación de Indulgencias y Santas Reliquias, las gracias siguientes:

Una indulgencia plenaria el día que se inscriba en la Cofradía, para lo cual deben estar confesados y haber recibido el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Otra indulgencia plenaria para el artículo de la muerte, con tal que se confiese y comulgue, y en el caso que no se pueda recibir los Santos Sacramentos, contritos, invoquen el Santísimo nombre de Jesús, al menos con el corazón, si no pudieran con los labios.

Indulgencia plenaria también a los que visitaren, habiendo confesado y comulgado, a la Iglesia donde radica la Cofradía el día que se celebre la festividad de la Paz.

Del mismo modo indulgencia plenaria el día que tengan los Cofrades Comunión General, cuyo día debe consignar el Ilmº Prelado Diocesano, y visitaren la Iglesia en donde está establecida la Cofradía.

Es condición para lucrar estas indulgencias pedir por los fines comunes de la Iglesia al conceder tales gracias.

Siete años de indulgencias y siete cuarentenas a los que al menos con corazón contrito visiten el altar de la Santísima Virgen en cualquiera Iglesia u Oratorio el Sábado primero de cada mes.

Cien días de indulgencias a los que visitaren cualquier altar destinado al culto de la Señora.

Últimamente otros cien días de indulgencias a cada cofrade por todo acto de piedad hecho con corazón contrito.

Todas las indulgencias solo se pueden ganar por el tiempo de diez años desde la expedición del Breve.

Lo que de orden de S.I. se publica por medio de este Boletín...

El obispo Félix María de Arriete regaló a la Iglesia Mayor el tabernáculo de mármol que había venido de Génova para el nuevo templo catedralicio de Cádiz, pero que ya no se iba a instalar allí porque se había acordado erigir el que actualmente existe, de mayor majestuosidad. Al parecer, la puerta que posee el tabernáculo de Santa María, que es de plata y oro, es la que tenía el antiguo Sagrario, pues allí se ve la fecha de 1776. Este mismo obispo concedió varios privilegios al altar de Nuestra Señora de la Paz. Se celebraron grandes fiestas para bendecir el nuevo camarín. En ellas predicó Sebastián Herrero, luego prelado de Córdoba. Se organizó entonces una romería a la recién restaurada ermita de los Santos Mártires, que estaba dedicada al otro patrono de la ciudad, el apóstol Santiago.

En los días del traslado y colocación en su nueva sede, la imagen sufrió algunas modificaciones que no gustaron a muchos hermanos. El doctor Thebussem en su Tercera Ración de Artículos decía:

[...] no me gustan las nuevas ropas con que veo a una imagen y por cierto de gran veneración y culto. Hallándome acostumbrado a mirarla con su característico rostrillo; con su manto parecido a capa pluvial que bajaba hasta el nivel del vestido y con su talla en la cintura, en fin, una Virgen con el aspecto especial y encantador de las Vírgenes españolas. La encuentro ahora sin rostrillo, adornadas sus orejas con vistosísimos perendengues, y con tales cambios en la forma, pliegues y cortes del traje, que resulta un conjunto no solo profano y aseglarado, sino que también (y la Virgen me perdone) con sus puntas y collar de lo impropio y de lo ridículo.

No sabemos si las desamortizaciones del siglo XIX afectaron a los bienes que iba acopiando la Hermandad de la Virgen de la Paz. Lo cierto es que la imagen se salvó de las convulsiones políticas del momento. Las novenas anuales cobraron nuevos bríos a finales del siglo. Fue notable la que en 1896 predicara el padre Tarín, que la convirtió en una misión. Incluso fue llevada en procesión a la Iglesia Mayor la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, con sede en Santiago. Las donaciones y ofrendas se multiplicaron desde entonces: alhajas, brillantes, vestidos y mantos, como el que regaló doña Belén Jiménez Alfaro -seguramente el que luce en las grandes festividades.

Han pasado los años y los asidonenses han seguido venerando la imagen y renovando el voto que un día hicieran sus antepasados. Anualmenmte, en el mes de enero, los residentes en Cádiz organizaban un solemne triduo vespertino a la Virgen de la Paz en la parroquia de San Lorenzo, que finalizaba con una misa matinal que oficiaba con su sermón correspondiente una dignidad catedralicia. En dichos actos cantaba el coro del gaditano convento de San Francisco.

El dos de agosto de 1953 el alcalde de Medina, Francisco Cornejo Delgado, dio cuenta a la Permanente de que en la trianera fábrica de Ramos Bejarano se tenía confeccionado "un cuadro de azulejos de gran tamaño reproduciendo a nuestra Patrona la Virgen de la Paz, con el escudo de Medina Sidonia en la parte superior y en la inferior al Niño Jesús, que a juicio de los que lo han visto está bien hecho, y que por no haber sido recogido por algún devoto que lo encargara, lo darían a precio de costo, o sea por 5.000 pesetas". La Corporación, teniendo en cuenta que el mosaico encajaría perfectamente en el lienzo de pared frente a la escalera de la Casa Consistorial y que a los vecinos de esta ciudad les gustaría contemplar dicha obra de arte, acordó facultar al señor alcalde para su adquisición en dicho precio. En sesión plenaria celebrada el veintinueve de septiembre se acordó el pago del importe del azulejo, que ya se encontraba expuesto en la Casa Consistorial para la contemplación de los ciudadanos. Hubo entonces discusiones sobre el lugar en que se debía colocar, pero todos coincidían en que debía hacerse en la calle y no dentro del ayuntamiento. Al tema se refiere esta coplilla del siempre recordado Francisco Pérez Leal:

I
Si yo fuera cura,
si tuviera una miaja de empeño,
el mosaico de Nuestra Patrona
lo pondría en el centro del pueblo.
Ayer tempranito
fui al ayuntamiento
pá mirar si el retrato de Ella
ha quedao en la piedra bien hecho.
Francamente, yo ya no sabía
si su rostro era rubio o moreno.
¡ Hace tantos años
que no subo al Templo!
(No es que yo no crea;
no es que no la quiero;
lo que pasa, señor, es que soy
un pobre labriego
que no tuvo ropillas decentes
ni tampoco tiempo
para visitarla
en su Trono sublime y excelso).
Por eso fui a verla
cuando pude hacerlo.
Y la vi... y me estuve con Ella
media horilla, diciéndole quedo
los problemas que azotan la vida
en torno a mi huerto...
Y Ella me atendía...
Y yo al comprenderlo
me sentí el más feliz de lo seres
a pesar del problema funesto.
¡ Lo que yo he perdido
por tenerla lejos!

II
Señor cura, poned a la Virgen
en el mismo pueblo,
do puedan rezarla
todos los camperos.
Ponedla bien alta
al aire y al viento,
porque ansina la lluvia, que a veces
piden los labriegos,
al besar su carita de Virgen
llegaría bendita,
bendita a mi huerto.

En sesión plenaria de la Corporación Municipal celebrada el día veinticinco de octubre de 1953 se acordó que el azulejo debía quedar definitivamente instalado en algún lugar de la vía pública. Puesto el asunto a discusión, se acordó que fuera en la Plaza de la Cruz, en la torre de la iglesia de la Victoria, que constituía el lugar más céntrico de la ciudad. Y como la referida torre formaba parte del patrimonio de la Iglesia, se encomendó al alcalde que gestionara el correspondiente permiso a la autoridad eclesiástica. Por ello se dirigió al arcipreste, licenciado José Pérez Vedelín, sacerdote que fue durante cuarenta y cuatro años y párroco de Santa María, gran devoto de la Virgen de la Paz, para que mediara ante el Obispo. Obtenido el permiso, el azulejo, de 3,5 m de alto por 2,5 m de ancho, fue colocado gracias a la suscripción iniciada para costear los gastos de instalación. La sesión ordinaria de la Comisión Permanente Municipal celebrada el dieciséis de diciembre de 1953 acordó abrirla con la suma de 1.005,68 pesetas.

Atendiendo a estos datos, Mariano Sánchez Cornejo, que fue quien nos los facilitó, opina que dicha obra fue realizada entre el veinticinco de octubre y el dieciséis de diciembre de 1953. El sacerdote padre Rivas Mateos dice en Ofrenda y Recuerdo: "Comenzamos bien en Medina el Año Mariano con aquel hermosísimo acto del descubrimiento del mosaico de la Patrona". Desde el día de la Inmaculada Concepción de 1953, por tanto, Medina Sidonia expone desde la torre del exconvento su amor y su fervor a la Santísima Virgen de la Paz a toda persona que llega a la ciudad. Bendijo la colocación del mosaico el arcipreste Pérez Vedelín, cuyos restos mortales debieran estar en su parroquia, como lo están los del vicario Martínez.

Entre tanto, se había extinguido la Hermandad de la Virgen de la Paz, que fundara el padre Pelufo en el siglo precedente. Muchos asidonenses ardían en deseos de recuperarla. El veinte de agosto de 1954 se celebró una reunión presidida por el padre Rivas en la antesacristía de la Iglesia Mayor donde se acordó constituir una comisión que se encargara de la redacción del reglamento de una hermandad cuya titular fuese la Virgen de la Paz, y de solicitar al Obispo fundar una junta pro-culto a la patrona y en su día la creación canónica de la hermandad. Por decreto de dos de septiembre el Obispo aprobó dicha junta.

El domingo seis de marzo de 1955, en que terminaron las misiones que habían comenzado el veintitrés de febrero, el Ayuntamiento acordó, en sesión extraordinaria y por aclamación, nombrar a la Virgen de la Paz su Alcaldesa Perpetua. Ese día en la Plaza de España, mientras las campanas daban la señal del ángelus y se escuchaban vítores y aplausos, el alcalde colocó en las manos de la imagen su bastón de mando y le impuso una medalla como primera mandataria de la ciudad.

El domingo cinco de junio del mismo año un grupo de asidonenses residentes en Cádiz, presidido por el almirante jefe del arsenal de la Carraca José Cervera Tribout, descendiente del almirante asidonense Pascual Cervera y Topete, llegó a Medina para ofrecer la medalla de oro de Alcaldesa que entre todos habían costeado. Al acto, según cuenta el padre Rivas, se unió todo el pueblo.

El veintitrés de enero de 1956 el Obispo de Cádiz erigió canónicamente la Hermandad de Nuestra Señora de la Paz, Patrona y Alcaldesa Perpetua de Medina Sidonia, en la iglesia de Santa María. El catorce de abril de 1956 a las seis y media de la tarde tomaron posesión de sus cargos el hermano mayor, Diego García de Alzurgaray, y los demás componentes de la Junta de Gobierno: Juan Jiménez Pérez, teniente de hermano mayor; Antonio María de Puelles, consiliario; José Amosa Utrera, secretario; Emilio Lozano Jiménez, tesorero; Pedro Medina Moreno, vicesecretario; Manuel Rodríguez Rosso, vicetesorero; y los vocales Manuel Benítez Bello, Juan Morales Gómez, Alfonso Gómez García, José Cantero Moreno, Manuel Sánchez Sánchez y Juan Manuel Moreno Acosta. El acto terminó con un besamanos en el que se repartieron más de 6.000 estampas.

El veinticinco de julio del mismo año, día del apóstol Santiago, patrono de Medina, el obispo coadjutor de la diócesis, monseñor Antonio Añoveros, bendijo, con asistencia del Excelentísimo Ayuntamiento en corporación y de las demás autoridades locales, la bandera de la hermandad. En este acto se despidió del mando de la parroquia el padre Rivas porque se hacía cargo de ella el nuevo párroco, el padre Luis López Muñoz. Rivas sería nombrado hermano mayor honorario el veinte de agosto de 1956. Años después, el seis de junio de 1974, el Ayuntamiento le entregó el título de Hijo Adoptivo de la Muy Noble y Marianísima Ciudad de Medina Sidonia. Ante numeroso público le fue entregado un pergamino obra del pintor asidonense José María Armengol y Carreras, autor precisamente del dibujo que sirvió de base al mosaico de la Virgen.

Como quedó dicho, la imagen de la Virgen fue restaurada en 1996. Presentaba grietas y se encontraba oscurecida por el humo de las velas y de las lámparas de aceite. Se encargaron de la labor los artistas portuenses Enrique Ortega y Rosa Cabello, quienes la entregaron a la Hermandad el día cinco de mayo.

En honor de la Patrona el pueblo de Medina Sidonia sigue celebrando anualmente en el mes de enero una novena, presentando en ella a los hijos nacidos durante el año y renovando el voto perpetuo de agradecimiento por los dones concedidos.

 Enrique Hormigo Sánchez




No hay comentarios:

Publicar un comentario