30 de julio de 2022

Nuestra Señora de la Paz de Belpasso

Del sitio Roccia di Belpasso:

Al tiempo de las apariciones Rosario tenía 15 años, habiendo nacido en Catania el 22 de junio de 1971. Hijo único, vive en medio de una familia de buena posición económica, a causa de la buena marcha comercial del padre.

Durante su niñez nada hacía presagiar la experiencia de las apariciones. Toda su vida escolar y parroquial se desenvuelve en Catania, donde viven los suyos, y donde su padre, recientemente fallecido, ha trabajado. La enseñanza preescolar y el primer ciclo de la escuela elemental Rosario las lleva a término en el Instituto de las Hermanas Sacramentinas. Desde el segundo ciclo de la escuela elemental hasta la escuela intermedia, son cursados en el "Leonardo da Vinci" de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Los últimos años de la escuela secundaria, en Italia llamados Clásico, los completa en el Instituto "Príncipe Humberto" para luego inscribirse en Letras Clásicas, en la Universidad de Catania.

Atravesando esta historia bastante común, se inserta una experiencia de enfermedad. Enfermedad misteriosa de origen viral que comprendía debilitamientos y persistentes fiebres. En el momento en que esta enfermedad parecía transformarse en una condena, comenzaron para Rosario las manifestaciones sobrenaturales, el 4 de mayo de 1986. 

Las apariciones comenzaron el domingo 11 de mayo de 1986 y concluyeron el 1º de mayo de 1988. Fueron en total 32, y en la última, la Virgen preanunció que la 33 y definitiva aparición sobrevendrá en un tiempo no determinado. Rosario nos ha aclarado, con las siguientes palabras, lo que sucedía en las apariciones: "Cada vez (luego de haberme arrodillado y haber esperado por algunos minutos en oración y con la cabeza inclinada) he alzado la mirada por sobre la roca. No he visto enseguida a la Virgen. Primero veía una pequeña nube llegar desde aquella parte donde está el mar, que se iba acercando a la roca a una velocidad sostenida".

"Apoyada sobre la roca, la nube esplendente y de una grandeza tal de envolver a una persona, comenzaba a abrirse de la misma manera de una flor y con la misma velocidad con la cual había llegado a la roca. Mientras la nube se abría, comenzaba a trasparentarse la luz de la Virgen, que era tan fuerte en intensidad, que la luminosidad del sol parecía disminuir de tal modo que aparecía como la luna de día. Al mismo tiempo se percibía que el vocerío más o menos intenso de las personas circundantes, disminuía a tal punto de envolverme en torno de mí el silencio más absoluto. En el ínterin la nube, abriéndose, se recogía toda sobre la roca para formar una suerte de almohadón entre la roca misma y los pies de la Virgen. La apertura de la nube se realizaba en forma tal de permitir ver primero la cabeza de la Virgen (aquí comenzaba yo el "Te saludo, oh! mi Reina..." ) para proseguir hasta los pies".

"A nuestro alrededor no se percibía ninguna sensación: parecía que estuviéramos solos, sólo la Virgen y la roca. La luz de la Virgen era infinita, pero no lastimaba la vista, al contrario, atraía la mirada hacia Ella, hacía desear mirarla, mirarla, y no dejar de mirarla".

"Antes de hablar conmigo, la Virgen volvía su mirada hacia la gente, sonriendo. Imagino que se complacía en mirar a sus hijos, que habían acudido al lugar de las apariciones".

"Luego, inclinaba su mirada hacia mí y comenzaba a hablar".

"Siempre se me apareció la Virgen, vestida de blanco. Pero de un blanco incandescente, como los reflejos plateados del sol sobre un agua tranquila y cristalina. Esta luminosidad intensísima producía en el cielo, que hacía de fondo a la Virgen, un cambio en su color habitual, que de celeste asumía los mismos colores que se ven en la aurora".

"La Virgen siempre vistió un manto blanco que desde la cabeza pendía hasta los pies, recubriendo Su persona. Las orlas de su manto parecían de oro. Su vestido era todo entero, ajustado a la cintura por un lazo, cuyas orlas también parecían de oro. Este lazo tenía un único nudo, y su largo pasaba las rodillas. La extremidad derecha era un poco más larga que la izquierda. El vestido tenía un simple cuello redondo cuyas mangas no eran demasiado estrechas en las muñecas. El vestido caía mórbidamente sobre los pies, haciendo delicados pliegues a los lados de éstos, pero sin cubrirlos del todo".

"Los pies estaban descalzos y ambos se podían ver hasta los dedos. Apoyaban sobre la nube, que era muy densa. No se tenía la impresión que la Virgen se apoyara en el vacío, o que estuviera suspendida en el aire. La tez de la Virgen es clara, ligeramente más rosada sobre las mejillas. Los cabellos son castaños, pero con un reflejo más rojizo, como las estrías que tienen las castañas. Están ligeramente ondulados. No sé si son cortos o largos: nunca he visto a la Virgen con la cabeza descubierta. Los ojos son de un azul intenso, parecen zafiros. A veces el mar asume este tipo de color, cuando brillando bajo el sol, recuerda aunque muy lejanamente, el color de los ojos de la Virgen"

"El Corazón es de un rojo oscuro, circundado por muchas espinas que se envuelven a su alrededor. El Corazón de la Virgen parece inmerso en un espinar, y sobre él hay una llama. De todos modos, el Corazón emana una luz intensa, penetrante y envolvente. Cada vez que la Virgen me lo mostraba, me sentía impregnado de aquella luz como una esponja inmersa en el agua: la sentía por dentro y por fuera. Pero este Corazón Suave no se me aparecía afuera del vestido de la Virgen, como muchos erróneamente creen, sino que era tan luminoso que se trasparentaba al exterior, y el vestido en ese lugar era transparente como un velo".

"La Virgen llevaba siempre un rosario en la mano derecha. Las cuentas del mismo eran blancas como perlas, mientras la cadena y la cruz parecían de oro. Sus manos no son muy grandes. Sus manos no son demasiado delgadas ni tampoco rellenitas. Diría que están proporcionadas con Su persona y con Su estatura de aproximadamente un metro con sesenta y cinco centímetros. La Virgen no demuestra una edad superior a los 18 años".

 En la primera aparición (11 de mayo de 1986) la Virgen tenía "las manos juntas y un rosario entre las manos". En la aparición del 18 de junio de 1986, enseguida después de la revelación de su Título, "la Virgen separó las manos y alargó el brazo derecho hacia delante con el rosario en la mano como invitando a la oración; el izquierdo lo plegó un poco en signo de protección". Aquí Maria manifiesta Su Corazón.

Cuando la Virgen empleó una aparición entera para el recitado del Santo Rosario, el 1º de diciembre de 1986, junto al vidente, "comenzó con el signo de la cruz". Luego asumió una pose nueva con respecto a las otras apariciones, cumpliendo un gesto significativo: "la cruz de su rosario la tenía apoyada sobre Su Corazón Inmaculado con la mano derecha, mientras que con la mano izquierda hacía correr las cuentas".

El 1º de febrero de 1987, en un cierto momento de la aparición, la Virgen cumple un gesto similar al realizado en Fátima, en una situación análoga: "Aproximó sus manos una junto a la otra, abiertas. De las palmas salió una luz intensa que cayó en tierra un poco más delante de donde yo estaba arrodillado; miré y vi que la tierra se partió". Sigue la visión del infierno.

En diversas oportunidades la Virgen se ha presentado llorando, como Dolorosa (cfr. 8 de julio de 1986, y 18 de junio de 1986). En la aparición del 1º de abril de 1988 se presentó como Dolorosa estando de rodillas bajo la Cruz, e invitó a Rosario a recitar tres misterios del Santo Rosario, y es aquí que Rosario nota, a través de un movimiento de la Virgen, como Ella "intercede por nosotros". "He notado una cosa muy hermosa cuando recitaba '...Santa Maria Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores...' la Virgen alzaba amorosamente la mirada hacia lo alto".

"Desde que intenté describir a la Virgen tal como se me aparecía, muchos se han preguntado si en todas las treinta y dos apariciones la Santísima Virgen se me era mostrada de la misma manera, o sea, con la mano derecha extendida hacia delante, con la izquierda plegada un poco hacia atrás, y con la visión del Corazón Inmaculado. A esta pregunta debo responder que no, ya que las posturas que ha asumido la Virgen han sido variadas y diversas. A pesar de esto, he preferido esta postura en particular porque me ha conmovido más, y porque me parece que sintetiza óptimamente el mensaje del Corazón Inmaculado de la Reina de la Paz".

" Creo que la gestualidad de la Virgen tiene un significado, un lenguaje, un mensaje que le es propio. Describir cada mínimo gesto de la Virgen es casi imposible, pero no es difícil recordar aquellos más particulares y recurrentes.
Cuando la Santísima Virgen habla del Santo Rosario, recomendándolo como oración muy eficaz, lo tiende hacia delante y enseguida lo alza un poco. Interpretación: parece presentarlo como si fuera un ancla de salvación o como si fuera un medio potente para aliviar los ánimos de las turbaciones de la vida; para elevar los ánimos a las realidades celestiales, o como si fuera una cadena de amor que sujeta los hombres a Dios
".

Cuando habla de Su Corazón Inmaculado lo indica con el dedo índice de la mano derecha, la misma mano que tiene el Rosario. Parece indicar un camino más seguro hacia Dios, la puerta de un refugio seguro, la sede más íntima del amor de Dios que habita en Ella, un lugar donde se tiene más conocimiento directo de la perfecta Caridad, un centro en el cual el alma que allí se abandona totalmente, será transformada, plasmada, perfeccionada. Es importante que la Santísima Virgen lo indique con la misma mano con la que tiene el Rosario, en cuanto hace entender que la oración es el medio para acceder al Corazón de Maria.

Cuando el 1º de noviembre de 1987, la Virgen dijo: "Los quiero a todos santos, mis queridos hijitos", hizo un movimiento con ambas manos (como si quisiera acoger a toda la gente presente aquel día en la explanada), para después apoyarlas sobre Su pecho, abiertas una sobre la otra sobre Su Corazón, como si Su Corazón fuera un medio eficacísimo para la santidad.

Cuando el 1º de junio de 1987 pregunté a la Virgen cómo se hacía para invocar bien al Espíritu Santo, Ella respondió: "Abandónense totalmente a Mí, a Mi Corazón, Yo soy la morada del Espíritu Santo...", acompañando estas palabras con un gesto: Ella dirigió ambas manos a Su Corazón, luego de lo cual extendió los brazos como una Madre que invita a los hijos a correr hacia Ella, y a abrazarlos.

A propósito de los hijos: cuando habla de los pecadores, asume un aspecto severo y serio. Es todavía más severo, o mejor dicho triste, cuando habla de las ofensas producidas a Jesús por los pecadores. También, cuando la Virgen me hizo ver el infierno en la visión del 1º de febrero de 1987, Su rostro era muy serio pero no turbado, no veía ningún tipo de alteración sobre Su rostro, como si quisiera decirme que ya no había nada que hacer por aquellas almas que estaban inmersas en aquel fuego, y que esa situación había sido causada por esas mismas almas.

Cuando la Virgen bendecía, a veces lo hacía extendiendo las manos con las palmas adelantadas hacia abajo (especialmente cuando bendecía los objetos). Otras veces haciendo un signo de la cruz, en modo no tímido pero con discreción, como si no quisiera sustituir la figura del sacerdote, y este particular motivo lo he podido constatar más de una vez, aún porque Ella misma lo ha confirmado.

Cuando el 8 de diciembre de 1987 apareció en la iglesia del Oratorio San Felipe Neri, en Acireale, la Virgen tenía las manos juntas. Sólo al fin de su mensaje, pronunciando las palabras: "Oración, Reparación, Penitencia" separó las manos y, acompañando las tres palabras, las alzó tres veces (como cuando se hace señal de alzarse), al mismo tiempo que aparecía la visión de Su Corazón Inmaculado. 

Entre los fenómenos que protagonizó Rosario, están las locuciones. Este fenómeno es menos conocido que las apariciones. Quizás porque se trata de un hecho más personal (la Virgen lo invitó a "un lugar apartado", cfr. 1º de octubre de 1987) es que Rosario se mantiene más cerrado que nunca, sobre este fenómeno.

Sabemos que el fenómeno tuvo inicio el 7 de octubre de 1987, fiesta de Nuestra Señora del Rosario. La Virgen le había anunciado, en la aparición del 1º de octubre de ese año, que el 7 de octubre él recibiría un don de parte del Señor. Fue con estas palabras: "El Señor desea concederte una gracia que es para el bien común de su pueblo". 

Ahora bien, notemos que ésta es precisamente la definición de carisma. Se trata de un don extraordinario que no es otorgado para uso personal del fiel individual, sino justamente para el bien común del pueblo de Dios. La locución, y sobre todo la interior, entra en el ámbito de los dones que el Señor otorga en dos sentidos: del bien común y de la edificación personal.

Rosario tuvo muchas locuciones, aún después del fin de las apariciones. Sobre su modalidad, él afirma que no se trata de locuciones interiores, sino de otra forma, definida locución auricular por los estudiosos de fenómenos místicos.

Él sostiene en efecto, que la voz le llega en forma exterior y de modo inequívoco. Ejemplos ilustres de este don son Adán y Eva (Gen. 3,9), Agar (Gen. 21, 14-19), Samuel (I Sam. 3, 3-14). Parecería que precedentemente Rosario hubiera tenido esta forma de locución cuando comenzaron los fenómenos sobrenaturales el 4 de mayo de 1986. Aunque según Rosario, el fenómeno comenzó el 7 de octubre de 1987. Desde ese día, el don se le otorgó en forma oficial, como parte integrante de su patrimonio espiritual.

El mismo padre Dino, primer director espiritual del vidente, en un momento crítico de la credibilidad de las apariciones, parece que una noche (y quizás también otras veces) hubiera tenido esta forma de locución. Rosario, con referencia a estas locuciones auriculares, afirma que la voz escuchada por él, sólo se refería a las oraciones recibidas. 

Sucesivamente, a partir del 1º de mayo de 1988, la locución auricular se habría desarrollado más. Rosario piensa que puede ser una consecuencia de la promesa que Maria le hizo en esa fecha para darle ánimo frente a la conclusión de las apariciones: la Virgen le dijo: "Volveré más adelante, pero esto no significa que te abandone, Mi Corazón Inmaculado estará siempre contigo" (1º de mayo de 1988).

Con el tiempo, parece que este don se haya perfeccionado y estuviera relacionado con otro fenómeno iniciado la noche del 1º de mayo de 1988, y sobre el cual he recibido una confidencia de Rosario, cuando un día le pregunté: "¿Cuál era tu estado de ánimo en el período siguiente al 1º de mayo de 1988, día de la última aparición?".

Así me respondió: "Algunos minutos después de la última aparición, mi estado de ánimo era idéntico al de las otras apariciones, a pesar que la Virgen me dijo: "...no vendré más...". Pero cuando me di cuenta que ya no vería a la Virgen por mucho tiempo, el desánimo me ganó, sea mientras escribía el mensaje, sea leyendo el mensaje, sea en fin, con sólo pensar en ello". 

La misma noche sentí un fuerte dolor en el pecho, casi como si un fuego me despedazara el corazón. Llamé entonces a una amiga de familia, médica, que me dio unas gotas, pero no me hicieron ningún efecto. Aquel fuego parecía que no quería desaparecer. Después comencé a notar que este estado no me provocaba dolor, sino un indeterminado gozo que me confortaba. 

Esto me recordó, más aún, me hacía sentir del mismo modo que describí en la aparición del 18 de junio de 1986. En aquella oportunidad la Virgen me hizo ver Su Corazón Inmaculado, y la luz del mismo la sentía por dentro y por fuera, impregnado como una esponja inmersa en el agua. Este estado se me aclaró completamente, pensando que a continuación de aquellas palabras: "...no vendré más...", la Virgen me había prometido: "... pero esto no quiere decir que te he abandonado, Mi Corazón estará siempre contigo...". 

Desde entonces hasta hoy siento la presencia de este "fuego espiritual", interior, que me hace percibir la presencia de Maria en mi vida cotidiana, pero sobre todo en las circunstancias que conciernen a los sucesos ligados a la roca de Belpasso".

Con referencia a este fenómeno se inscribiría la evolución del don de la locución. Ahora la voz sería todavía más interior. En suma, parecería que de una locución auricular se haya pasado a una locución interior. Además, en estos diálogos, Rosario recibiría consejos, iluminaciones, sugerencias, algunos para personas y situaciones temporales, otros para situaciones espirituales. Rosario se reserva el hacer evidentes estos mensajes cuando el momento sea oportuno, el cual parecería ser aquel más en proximidad con los sucesos contenidos en los secretos. 

Es justo mantener un necesario y prudente respeto en lo que se refiere a este argumento. Nos limitamos por lo tanto a referir lo que ya se sabe a través de los mensajes y aquello que se puede conocer a través de lo que el mismo Rosario, en el cuarto aniversario de las apariciones (11 mayo 1991) ha aclarado mediante una relación oficial y por algunas otras dilucidaciones dadas sucesivamente.

Los secretos han sido dados a Rosario el 1° de marzo de 1987. Son doce, de los cuales dos conciernen sólo a Rosario. En el último mensaje, el 1° de mayo de 1988 la Santísima Virgen avisa: "Luego del período de paz que concederé al mundo por medio de mi Corazón, sucederá que muchos se alejarán de Dios y se avergonzarán de Él. Finalizado el período de paz, acaecerán muchos eventos desagradables, para cada familia, para cada ciudad, para cada nación, para el mundo entero. Esto sucederá porque muchos se abandonarán a la molicie y se olvidarán de Dios y de Sus leyes. La Iglesia tendrá mucho que sufrir. Pero antes que todo esto suceda te advertiré, de modo que tu puedas decirlo a todos. Será esto el signo tangible de mis apariciones y es más importante que los signos en el cielo, por su gravedad. No os descorazonéis: mirad siempre a los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria. Que el Santo Evangelio esté en vuestras mentes, sea vuestra palabra, pero sobre todo, sea escritura en vuestros corazones."

Admitido que este último mensaje se refiera a los secretos, aunque a nosotros no nos es posible tenerlo por cierto, su contenido debería ser grave e importante por la misma admisión de Rosario, el cual, el 11 de mayo de 1991, daba esta precisión: "muchos se han preguntado si tales eventos desagradables serán muy dolorosos. Os baste saber que he llorado por semanas enteras y quizás no habría tenido más paz, si el Corazón de nuestra Madre no me hubiera consolado y si la Gracia del Señor no me hubiera asistido".

Del contexto de los mensajes, todavía se argumenta que los peligros, contra los cuales los secretos nos ponen en guardia, tienen como causa el pecado, la ausente respuesta del hombre a los llamados de Dios: "…muchos se abandonarán a la molicie y se olvidarán de Dios y de Sus leyes…"

Dios da al hombre la posibilidad de purificarse y de evitar ciertos peligros a través de una acción que consiste en una vida de penitencia, oración y de reparación a través de obras buenas, sacrificios, ayunos, frecuencia de sacramentos. En particular, los pecados contra los cuales la Santísima Virgen por pone en guardia son: "la superficialidad" (1 de febrero ’88), "la molicie" (1 mayo ’88), el estar "vendidos conscientemente a la felicidad mundana" (1 febrero ’88), "el olvido de Dios y de sus Leyes" (1 mayo ’88), como también la indiferencia "hacia Jesús y Su sacrificio" (1 junio ’87).

Todos estos pecados tienen su sede en el corazón endurecido (1 agosto ’87). El pueblo de Dios en modo particular, tiene un rol decisivo. Poniendo en práctica la invitación de María se colabora en "el derretimiento de los corazones hoy petrificados", en su "purificación" y "en su vuelta al fervor" (1 agosto ’87) y para llevar a todos a la unidad del Cristo total y a la paz.

Que el Señor manifieste la existencia de estos secretos, es un signo ulterior del amor misericordioso de su Corazón y de la especial predilección hacia su Pueblo.

Frente a estos secretos, como ya se ha dicho, no debe tenerse una actitud incorrecta. No debemos acercarnos ni con vana curiosidad, ni con aire de suficiencia, recordando que Dios no abre su Corazón a los soberbios y a los sabios de este mundo (Mt. 11, 25). A estos secretos es necesario acercarse con respeto, con el mismo respeto que se debe a la Voluntad de Dios, que es su fuente.

Acerca de los tiempos, se debe decir que no hay que hacerse ilusiones sobre una inminencia de sucesos, del hoy para mañana.

La Virgen, que había anunciado dar un signo como prueba de sus apariciones (1 enero 1987), luego explica en qué consistirá: "Antes que todo esto suceda te advertiré, de modo tal que tu puedas decirlo a todos. Será éste un signo tangible de mis apariciones y es más importante que los signos en el cielo por su gravedad" (1 mayo 1988). Entonces habrá una última aparición en la cual Maria comunicará algo que es motivo de esperanza, de alegría, un signo de salvación para la Iglesia y para los hombres. Rosario afirma: "Por cuanto concierne a lo que sucederá luego del período de paz, es necesario recordar que la Virgen antes nos avisará y nos protegerá si nosotros seguimos lo que nos indicará hacer en esa ocasión".

Concerniente al séptimo secreto, la Virgen no dice que no sucederá, sino que ha sido: "sustituido con un evento más bello". No dice tampoco que será bello para todos, sino sólo para" todo el pueblo de Dios esparcido sobre la tierra". Ulteriores explicaciones las ha dado Rosario el 11 de mayo de 1991, evitando crear alarmismos y miedos y usando toda la cautela y exhortaciones necesarias para que no haya sólo tristezas, sino también esperanza. Rosario afirma: "Ahora estoy lleno de esperanza en la bondad del Señor. En efecto, Dios no quiere aterrorizar a sus hijos sino que los quiere amonestar, igual que el símbolo de los costados de la Virgen, ceñidos por una cinta blanca: esto significa, estar siempre listos. El Señor no abandona a sus hijos, su Amor no tiene límites y cuando el mundo semeje estar atormentado por tristes eventos que parezcan llegar a su culminación, resplandecerá un faro en la noche: el séptimo secreto, del cual la Reina de la Paz ha dicho: "Éste será sustituido con otro evento que será bello para todo el pueblo de Dios esparcido sobre la tierra" . En efecto, la Santísima Virgen ha dicho que aparecerá una vez más y no sólo nos avisará por medio mío antes de que todo esto suceda, sino que vendrá también a protegernos y a sostenernos cuando la prueba se haga más dura, haciéndome revelar el séptimo secreto, el secreto de la Misericordia".

Como para todos los secretos, también éste será anunciado antes; pero "la Virgen –declara Rosario- no sólo nos avisará a través mío antes de que todo esto suceda, sino que vendrá a protegernos y a sostenernos cuando la prueba se haga más dura, haciéndome revelar el séptimo secreto, el secreto de la Misericordia".

Hacia fines de enero de 1991, cuando había estallado hacía poco la "Guerra del Golfo", en la ciudad de Acireale, en el Oratorio de los Padres Filipinos (de San Felipe Neri), en un estrecho círculo de personas, Rosario dijo: "Aún ésta durará poco"; y al mismo tiempo le aseguró a una señora acerca de los secretos, invitándola a no preocuparse, porque en esa época "nosotros estaremos como bajo un paraguas". 

El séptimo secreto manifestará la misericordia de Dios al mundo. Ulteriores aclaraciones sobre este secreto las dio el mismo Rosario y para evitar inútiles elucubraciones o ilaciones, un día precisó que "algo olvidado" entonces sería retomado. Con referencia al pueblo de Dios, que usufructuará los beneficios del séptimo secreto, Rosario explicó que "aquel que regrese a la Iglesia con una vida de fe que espeje la luz del Evangelio, puede considerarse haciendo parte del pueblo de Dios".

Sucesivamente confirmó aquello que ya se podía deducir del mensaje de la Virgen (cf. 1 marzo 1988) y que es: "El séptimo secreto es el más hermoso, no para toda la humanidad, sino para el Pueblo de Dios, que potencialmente puede crecer hasta el infinito, así como es infinita la Misericordia de Dios".

Con referencia a las palabras "algo olvidado", Rosario dio esta explicación: "No debe pensarse en una falta contra los mandamientos de Dios o en alguna cosa que contravenga las verdades enseñadas por la Iglesia. Debe pensarse en algo que estaba en uso en la vida de la Iglesia y que fue dejado de lado, pero que según las circunstancias que se crearán, será retomado". 

E hizo un parangón:  "El navegante que con su nave se dirige al puerto, no cambia su meta si en el mar hay tempestad, sino que con el faro no corre el riesgo de perder la ruta y se le facilita alcanzar el puerto de modo más seguro. El navegante es el Pueblo de Dios. El puerto es el refugio, la salvación. El faro es el séptimo secreto que facilita el alcanzar el puerto, y para nuestro caso, el refugio".

Es necesario decir todavía, con referencia a las apariciones de Belpasso, que el contenido de los secretos fue consignado por escrito al Obispo en un sobre cerrado, el cual no podrá ser abierto sino cuando Rosario reconozca el momento oportuno, por medio de una intervención explícita del Cielo. En cada uno de los escritos, depositados por Rosario en el Obispado, están descritos los eventos particulares.

Luego de esta fecha, Rosario ha hecho otras dos relaciones, una el 1° de octubre de 1993 (Se trata de una relación oral en forma de exhortación que Rosario nunca puso por escrito y por lo tanto, tampoco nunca confirmó ni firmó las versiones impresas que desde entonces están circulando y por lo tanto, no se considera oportuno incluirla entre los documentos oficiales) y la otra, que parecería la última, de fecha 11 de mayo de 1999, ambas citadas al final de los mensajes.

Sobre las apariciones en la Roca de Belpasso, la Iglesia ha asumido siempre una actitud prudente, como debe hacerse ante fenómenos similares, pero con una acentuada propensión a la veracidad de las apariciones. Para confirmar esto, el Arzobispo de Catania, S.E. Mons. Bommarito, siempre mantuvo un contacto estrechísimo con Rosario, y en diversas entrevistas, ha definido al vidente "el muchacho correcto, honesto, limpio de Belpasso" (cf. revista Jesus, Nº 5, mayo 1989). El arzobispo estuvo varias veces en la Roca, en forma oficial y en forma estrictamente privada. 

De la entrevista ofrecida a la revista "Jesus", en 1989: "De Rosario Toscano ya había sentido hablar cuando era obispo en Agrigento. Las presuntas apariciones tenía lugar siempre a mediodía del primer día del mes. Me sorprendía esta extraña cita, y me impresionaba que a ella concurrieran miles de personas. Para dar un ejemplo, sólo de Burgio, un pequeño pueblo de mi precedente diócesis, un domingo partieron para Borrello seis autobuses de devotos, o sea todos, incluido el párroco. Ni bien tomé posesión de mi sede, vino hacia mí Rosario Toscano. Nos hemos encontrado tres veces, y tenemos agendados otros encuentros. Debo decir que el muchacho es verdaderamente correcto, honesto, limpio. Este es un dato de hecho que he verificado a través de los encuentros. Es un muchacho sano, equilibrado, sereno; no ama polarizar sobre él la atención.

En una oportunidad me dijo textualmente: "estoy muy contento que la gente ya no me busque, sino que vaya a la Roca a rezar a la Virgen". Lo dijo sin darse cuenta de lo importante que era esa afirmación.

...Me ha dicho siempre: "Si Ud. quiere que yo vaya a la Roca a orar, iré; si Ud. no quiere, no iré. Si quiere asignarme un día, hágalo"... Esto indica plena disponibilidad. 

El 11 de mayo de 2000, el Arzobispo de Catania, S.E. Mons. Bommarito, ha bendecido la estatua de la Virgen de la Roca de Belpasso y ha consagrado la Capilla como Santuario Mariano de la Diócesis de Catania, aplicando al mismo la Indulgencia Jubilar.

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