La imagen de Nuestra Señora de la Evangelización corresponde a la imagen de la Virgen de la Asunción, imagen titular de la segunda Catedral de Lima.
Fue encargada por la hija de Francisco Pizarro, Francisca, hacia 1551 a Roque Balduque, para que presidiera el Retablo Mayor, donde debía ser enterrado el Conquistador.
Ante Ella, en medio de una gran fiesta, fue depositada la primera rosa florecida en la ciudad de Lima por el primer obispo de la diócesis, Fray Jerónimo de Loayza.
Nuestra Señora de la Evangelización presidió la vida de la Iglesia arquidiocesana de Lima y los Concilios Limenses de modo particular el tercero, que tanta importancia tuvo para profundizar y difundir el Evangelio desde Nicaragua hasta Cabo de Hornos en la primera evangelización de parte importante de América. Ante Ella fue entonado el Te Deum con motivo de la Independencia Nacional el 28 de julio de 1821.
En el año de 1985, durante su primera visita al Perú, su Santidad el Papa San Juan Pablo II la coronó solemnemente, consagrándole la Nación.
En el año de 1988 con ocasión del Congreso Eucarístico y Mariano de los países Bolivarianos, el Santo Padre la honró de forma extraordinaria al concederle la Rosa de Oro. El 6 de octubre de 1990, el Papa Juan Pablo II la proclama Patrona de la Arquidiócesis de Lima.
El cabildo metropolitano honra diariamente a Nuestra Señora de la Evangelización con una Misa celebrada en su capilla, donde los fieles reciben la Eucaristía, rezándose a continuación el santo rosario y las letanías marianas del III Concilio Limense, atribuidas a Santo Toribio de Mogrovejo, patrono del Episcopado Latinoamericano.
La imagen de Nuestra Señora de la Evangelización es una talla de madera policromada de 1.70 metros de altura, fue hecha por Roque Balduque maestro flamenco que dirigía un taller en Sevilla hacia el segundo tercio del siglo XVI, a quien se le denominaba "El imaginero de la Madre de Dios".
Existe también en Lima, una imagen gemela de Nuestra Señora de la Evangelización, tallada por Balduque, es la Virgen del Rosario, que labró el maestro a pedido de los padres dominicos hacia 1558. Ambas imágenes muestran las características propias de Balduque, donde conviven elementos del naturalismo italiano con ciertos rasgos arcaizantes de procedencia nórdica. Según consta, dichas imágenes fueron especialmente veneradas por Isabel Flores de Oliva. Las más antiguas congregaciones religiosas traían sus imágenes de Sevilla, muchas de las cuales se confunden como regalos de Carlos V.
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