12 de agosto de 2018

Nuestra Señora La Conquistadora


Del sitio Foros de la Virgen:

La imagen de la Virgen María más antigua de los Estados Unidos, fue rescatada milagrosamente del ataque e incendio de los indios a una iglesia de Santa Fe, Nuevo México, en 1680.

Trece años después la imagen y los colonos retomaron la ciudad sin un solo disparo, lo que se atribuye a la intercesión de Nuestra Señora y a Don Diego Vargas. La imagen permaneció exhibida en un altar en el lugar en que Don Diego negociaba con los indios.

La estatua fue tallada en sauce en España con el nombre Nuestra Señora de la Asunción en los inicios del 1600. 

Ella llegó con un grupo de colonos a Santa Fe en 1625 bajo el cuidado de un misionero franciscano, Fray Alonso de Benavides, que instaló la estatua en la Iglesia de la Asunción, la primera capilla en los Estados Unidos para honrar específicamente a María.

Cansado y sudoroso, el buen fraile detiene su cabalgadura para contemplar en silencio el ancho y luminoso valle que el sol de la mañana intenta desplegar ante su vista. Tres meses han pasado desde que salió de la ciudad de México con su flamante nombramiento de custodio de la Orden y delegado del Santo Oficio para el reino y las misiones de Nuevo México.

De mediana edad, pero con juvenil entusiasmo, Fray Alonso de Benavides ha llegado a Santa Fe con la encomienda de animar y apoyar el intenso trabajo evangelizador que los franciscanos han ido desarrollando entre los indios.

Los bueyes que tiran de las carretas han recorrido dos mil millas a través de valles, montañas y desiertos llenos de indios hostiles, siguiendo la mísera y áspera ruta que lleva el pomposo nombre de Camino Real.

Es el invierno del Año de Dios de 1625, y en una de las carretas Fray Alonso ha traído un encargo especial que le han hecho los padres fundadores de la Villa. Cuidadosamente embalada en una fuerte caja de madera viene una hermosa imagen de la Santísima Virgen, una delicada y devota talla en madera de sauce, dorada y policromada, destinada a la Parroquia de la Asunción de Santa Fe, villa y ciudad que desde 1610 es la capital del “Reino de Nuevo México”.

Obra de un taller sevillano, la escultura de la Virgen, de aproximadamente unas 30 pulgadas de alto, tiene un noble porte sereno y suaves ojos azules que miran con dulzura y señorío.

A su llegada fue colocada en una modesta ermita de adobe, donde, según la costumbre del siglo XVII, fue cubierta con lujosas vestiduras, mantos, mantillas, peluca y corona imperial.

Entonces la invocaron como “Nuestra Señora de la Asunción”, pero más tarde se convirtió en “La Inmaculada”, luego “Nuestra Señora de la Paz” y “Nuestra Señora del Rosario”, pero de todos esos títulos y advocaciones, el pueblo de Nuevo México escogió llamarla finalmente “La Conquistadora”.

Dado que existía una Cofradía de la Inmaculada Concepción en Santa Fe, no pasó mucho tiempo antes de que la imagen tuviera un segundo título: Nuestra Señora de la Concepción. El dogma de la Inmaculada Concepción había sido promulgado y hubo gran entusiasmo por esta invocación. Muchos de los franciscanos españoles, incluidos los de Nuevo México, vestían de color azul, en lugar de gris o marrón, para conmemorar los hábitos de la nueva muestra de honor a Nuestra Señora.

Todo lo que se necesitó para la transformación fue agregar una luna de plata del pedestal. Al mismo tiempo, la cofradía de Santa Fe decidió adoptar el estilo español a la hora de vestir las sagradas imágenes.

Fue en estos primeros días en que la imagen adoptó un tercer título, la Virgen del Rosario. Los constantes ataques de las tribus itinerantes e inconversos pueblos era resistido por los colonos españoles a su vez con su arma más confiable en tiempos de peligro: el Rosario. Aún estaba fresco en la mente de los católicos el recuerdo de la victoria de la flota española en Lepanto en 1571, cuando la Cofradía del Rosario en Roma paseó por las calles rezando por la victoria sobre los sarracenos que amenazaban a la Europa cristiana.

En 1630, y bajo la constante amenaza de apaches y comanches, los cincuenta padres franciscanos de Santa Fe atendían a más de 60,000 indios, organizados en 90 comunidades indígenas, cada una con su propio templo y escuela de misión. Haciendo frente a la belicosidad creciente de los indios, los primeros colonos de Santa Fe se dieron con fervor al rezo del rosario. Nuestra Señora había enviado ya una advertencia por medio de una muchacha de 10 años que se había recuperado instantáneamente de una enfermedad violenta. En una visión, Nuestra Señora había dicho que la colonia sufriría un ataque y destrucción debido a la carencia de fervor para con sus sacerdotes y la religión.

La terrible hambruna de 1680 provocó un alzamiento general contra los colonizadores. El 12 de agosto de 1680 varias tribus indias realizaron un ataque masivo a Santa Fe, mataron a 21 sacerdotes en ese día, quemaron la ciudad y condujeron fuera a los colonos españoles. La mitad de los franciscanos fueron martirizados en sus puestos de misión; cientos de españoles fueron pasados a cuchillo junto con indios conversos.

Tras dos días de lucha, los españoles tuvieron que abandonar la ciudad que ya comenzaba a arder, y una mujer, cuyo esposo había sido muerto durante la revuelta, entró en la iglesia y desafió las llamas para salvar la imagen de la Virgen.

Debido a los rezos y el esfuerzo sincero de prestar atención a la advertencia de Nuestra Señora, la mayoría de los colonos salvaron sus vidas y milagrosamente rescataron a Nuestra Señora del Rosario de los restos ardientes de la Iglesia, y ella partió con los refugiados a lo que hoy es Juarez, México.

Luego de trece años de guerra se firmó la capitulación y el perdón de los rebeldes, y la imagen de “La Conquistadora” fue la primera en regresar a Santa Fe, a la cabeza de una gran procesión que recorrió las calles de una ciudad totalmente destruida. La Conquistadora esperó trece años para su regreso. En 1691, Don Diego de Vargas fue enviado por el Rey de España para organizar una campaña para el restablecimiento de Santa Fe. Don Diego de Vargas era audaz, intrépido y sinceramente piadoso e hizo votos de devolver a la Conquistadora a su trono legítimo como Patrona y Protectora del reino y de la ciudad de Santa Fe.

El reingreso de los españoles a Santa Fe fue incruento lo que hizo famoso a Don Diego en España y en el nuevo mundo, condujo al ejército de la reconquista bajo de la bandera de Nuestra Señora. Exhibiendo a Nuestra Señora en un altar convenció a los caciques indios y los ganó por la fuerza de su personalidad y presencia. El les dijo que los indios y los españoles podrían vivir en paz juntos bajo la protección de una Madre que los amó todos por igual.

En el plazo de cuatro meses, 23 pueblos de 10 naciones indias habían sido conquistados y se habían convertido 2.000 indios sin la pérdida de una sola vida.

Aunque Don Vargas había prometido crear un “trono” para su dama después de su regreso, no fue hasta 13 años después de su muerte en 1704 que la promesa se hizo realidad. En 1717, la construcción original de adobe de la primera Iglesia de la Asunción se convirtió en una iglesia mayor dedicada a San Francisco, que más tarde se convertiría en el día de hoy la Catedral de San Francisco.

En 1718, la imagen de la Virgen fue trasladada finalmente a la Capilla del Rosario, en el transepto de la nueva catedral dedicada a San Francisco de Asís. Allí permanece, hasta el día de hoy, en lo alto de un hermoso retablo tallado y pintado en 1809 por Pedro Antonio Fresques, el primer “santero” (escultor de santos) nativo de Nuevo México.

Otro deseo de Don Vargas se llevó a cabo ocho años después de su muerte por uno de sus capitanes, el Teniente Gobernador Páez Hurtado, que influyó en que los funcionarios de la ciudad aceptaran la proclamación de una celebración anual que conmemora el reasentamiento pacífico de 1692.

Se estableció en 1712 la primera Fiesta de Santa Fe, que se celebrará con una misa, vísperas, y un sermón. No pasó mucho tiempo antes de que la gente comenzara a llevar a la estatua en procesión desde su capilla en la Iglesia de San Francisco al sitio fuera de la ciudad, donde los colonos habían acampado antes de entrar a Santa Fe. Allí en una ermita de ramas, La Conquistadora fue entronizada durante nueve días, con una misa todos los días durante la novena. Otra procesión trajo la imagen de vuelta a la Iglesia de San Francisco hasta el año siguiente.

La imagen fue solemnemente coronada por el Cardenal Francis Spellman durante el Año Santo Mariano de 1954.

El 26 de junio de 1960, al cumplirse los 350 años de la fundación de la ciudad de Santa Fe, Su Santidad Juan XXIII decretó la coronación papal de la Reina y Patrona de todo Nuevo México, y bendijo personalmente la corona que la Virgen ostenta actualmente.

Con ese gesto, el Santo Padre reconoció el cariño y la devoción de los miles de fieles que han orado ininterrumpidamente ante “Nuestra Señora la Conquistadora”, una imagen que, con sus 380 años, es el signo mariano más antiguo y constantemente venerado en todo lo que hoy día es el territorio de los Estados Unidos de América.

Su corona de oro se tachona con piedras preciosas y su guardarropa ha llegado a ser rico y extenso, creciendo constantemente con los nuevos artículos que son presentados por sus fieles.

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