Día de fiesta en Haití.
En Haití, la segunda mitad del año 1881 estuvo marcada por una terrible epidemia de viruela. La epidemia se declaró en el Cabo y después apareció en Puerto Príncipe, la capital. Pero hacia esa época una señora muy piadosa de París lleva un cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Como la devoción a la Virgen bajo esta advocación fuera desconocida en el país, el abad Kersuzan, párroco de la catedral, tuvo la idea de llevar la imagen a Bel-Air, con piadosa solemnidad, a fin de solicitarle a Nuestra Señora que cesara la epidemia.
Esto tuvo lugar el 5 de febrero de 1882, Monseñor Guillaux, obispo del lugar, a solicitud del párroco, salió con la santa imagen hasta llevarla delante de la puerta y en lo alto de la colina hizo con ella la señal de la cruz sobre la capital. Los asistentes tenían la convicción de que sus súplicas serían escuchadas. Al mes siguiente, la epidemia había desaparecido por completo. El Padre Kersuzan se convirtió en un ferviente admirador de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro: su parroquia siguió su ejemplo y pronto la ciudad entera comenzó la peregrinación hacia el cuadro de Nuestra Señora, cada año.
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