8 de octubre de 2017

Nuestra Señora del Buen Remedio

La palabra Remedio viene del latín: Remedium, que etimológicamente significa medicina, medio de curar y sanar, lo que restablece la salud; y en sentido figurado indica cuanto sirve para las enfermedades del alma. La advocación de Nuestra Señora del Remedio, conserva y retiene ese doble significado.
Según el religioso trinitario fr. Bonifacio Porres, la advocación del Remedio no es unitaria, y pudo comenzar a la vez e independientemente en diferentes lugares, las cuales coinciden solo en título, pero en muchos casos narran historias y leyendas propias, como sucedió con otras advocaciones marianas. Pero cuando se habla de la Patrona de la Orden Trinitaria y de los lugares a donde tradicionalmente ha llegado esta devoción por el apostolado de los religiosos de dicha orden o de los fieles o cofradías relacionadas con ellos, se le puede encontrar ya sea en singular: del Remedio (Como en Cataluña), en plural: de los Remedios (Algunos lugares de España) o acompañado de adjetivo: del Buen Remedio (como en Francia e Italia).
Es menester aclarar que en otros lugares, especialmente en España, se han "trinitarizado" muchas imágenes de la Virgen del Remedio (o de los Remedios), cuyo origen no guarda relación alguna con la Orden de la Santísima Trinidad.
Los datos propiamente históricos más antiguos que se tienen sobre éste título son del siglo XV, pero posiblemente el nacimiento del mismo se ubica un siglo antes. Aunque existen imágenes del Remedio que iconográficamente pertenecen a los siglos XII y XIII, no consta que hayan recibido esa denominación en sus orígenes. Es muy corriente que imágenes antiguas de la Virgen María, sin título especial, lo recibieran en tiempos más modernos.
Desde los años fundacionales de la Orden Trinitaria (1194), la devoción a la Virgen María ha sido uno de los pilares fundamentales de su espiritualidad. La corta Regla (aprobada en 1198), escrita por san Juan de Mata menciona dos fiestas especiales para la Iglesia y que los trinitarios celebraban con particular devoción, a saber: la Asunción y la Purificación de la Virgen y a partir de 1262 rezaban el oficio votivo de la Virgen, todos los sábados. En el siglo XV, encontramos a trinitarios entre los defensores del dogma de la Inmaculada Concepción, como fr. Robert Gaguin, Ministro General de 1473 al 1501.
Al parecer ya desde los orígenes de la Orden, como aparece en los  ceremoniales, cada mañana se cantaba misa en honor de la Virgen, además del Oficio ya mencionado, se rezaba el Oficio Parvo de la Virgen. Muy pronto se fueron añadiendo el rosario, la salve cantada los sábados y vigilias de las Festividades marianas, las letanías, etc.
El Breviario de la Orden impreso en Valencia en 1519, conmemora diez fiestas marianas, a saber: Inmaculada Concepción, Expectación, Purificación, Transfixión (Dolores), Anunciación, Visitación Nieves, Asunción, Natividad y Presentación.
Sin embargo, a pesar de los datos anteriores, no se tienen noticias históricas específicas de la devoción a la Virgen del Remedio en los primeros tiempos de la Orden, pero se sabe que desde muy antiguo los trinitarios han expresado una predilección hacia la misma.
Según una tradición de la Orden, posiblemente producto de la piedad popular de los trinitarios del siglo XVI y del deseo de comprobar que desde los orígenes se ha venerado a la Virgen con el título del Remedio; en un momento en que san Juan de Mata se encontraba haciendo una redención, no podía rescatar a todos los cristianos, pues le hacía falta dinero. Se encomendó a la Madre de Dios y ella misma, se le apareció en persona y le entregó una bolsa de monedas con las que pudo comprar a todos los esclavos y luego darles la libertad en tierras cristianas.
Una leyenda más tardía, asegura que fue la misma Virgen quien le ofreció a san Juan de Mata y a san Feliz de Valois el escapulario de la Orden de la Santa Trinidad.
Independientemente de lo subjetivas que puedan llegar a ser estas leyendas, han sido ellas las que han marcado en gran parte la iconografía de la Virgen del Remedio.
El dato más antiguo que se ha encontrado se refiere a una capilla del convento de Jaén, donde se hallaba fundada una cofradía que se hermanó con otra de Nuestra Señora de las Virtudes el 4 de febrero de 1482, y que desaparecida más tarde, se restableció a fines del siglo XVII.
Los conventos de Ronda y Valencia fueron fundados en 1504 y 1505 respectivamente, en ermitas dedicadas ya a la Virgen del Remedio o de los Remedios. El convento de Valencia adquiriría una gran importancia en la historia de la Orden, al punto que pasó a ser la la sede del Provincial de la Provincia de Aragón.
Antes de 1571 había en la Orden cinco conventos conocidos bajo el título de Nuestra Señora del Remedio o de los Remedios, tres de los cuales fueron fundados en ermitas ya dedicadas a esta advocación: Valencia, Ronda y Fuensanta, y los otros (Cuenca y la Rambla) cambiaron su precedente título por el del Remedio. Existían también una capilla en Salamanca y otra en Barcelona y cofradías en Jaén, Sagunto y Zaragoza, que llevaban el título.
 En muchos santuarios y varias advocaciones fue invocada la Virgen María para que intercediese ante Dios en favor de la Cristiandad amenazada por los turcos, la más popular de todas es la de Nuestra Señora del Rosario, cuya celebración es el 7 de octubre. Obviamente los trinitarios valencianos y sus amigos y bienhechores, se encomendaron a su patrona: la Virgen del Remedio.
Don Juan de Austria, general de las tropas cristianas, el día 7 de octubre de 1571, momentos antes de dar la batalla a los turcos en el golfo de Lepanto, y por indicación de Miguel de Moncada, virrey de Valencia y patrón del convento trinitario, invocó a la Virgen del Remedio. Al obtener la victoria, agradeció a la Virgen, donando 200 doblas de oros y una riquísima aljuba turca al convento de los trinitarios. El papa Gregorio XIII el 3 de septiembre de 1575, concedió a esa iglesia la celebración para el 7 de octubre.
Después de la victoria de Lepanto, se aumentó el entusiasmo por la advocación del Remedio. En acción de gracias por ella, se erigieron cofradías en Valencia (1572) y Palma de Mayorca (en 1574), ciudades que pertenecían a la corona de Aragón y por ende a la provincia trinitaria del mismo nombre. Por influencia, especialmente del convento de Valencia, se fueron multiplicando las capillas y cofradías en las iglesias de la Orden.
Con el tiempo, la devoción se afianzó y tomó cuerpo en la Orden. Desde 1620, a la cofradía que normalmente se llamaba de la SS. Trinidad se le añadió: y del Buen Remedio. Comienzan a redactarse devocionales, manuales, novenas e historias de la advocación, apoyados por personajes ilustres de la Orden como fr. Bernardino de San Antonio fr. Pablo Aznar y fr. Domingo López, quienes poco a poco dan paso a las "tradiciones" sobre el culto primitivo de la Virgen del Remedio. Es en este contexto donde nacen las leyendas sobre la aparición de la Virgen a san Juan y san Felix.
En el capítulo general de Roma del 18 de mayo de 1688, el nuevo ministro general fr. Antonio Pegueroles (hasta entonces provincial de Aragón), definió a la Virgen del Remedio como Patrona de la Orden Trinitaria. A su vez se convirtió en patrona de la Provincia de Aragón.
Con fecha del 12 de julio de 1727, alcanzaron los trinitarios calzados de la S. Congregación de Ritos, facultad para rezar el oficio de Nuestra Señora de las Nieves en honor de la Virgen del Remedio el segundo domingo de octubre. Aunque por un pleito con los Mercedarios, se revocó el documento que daba tal autorización, los trinitarios siguieron celebrando la fiesta en sus conventos, de manera particular el 7 o el segundo domingo de octubre.
Los trinitarios se encargaron de transmitir la devoción fuera de los propios conventos, e implantaron su culto en muchos lugares, por medio de la cofradía de la SS. Trinidad y de la Virgen del Buen Remedio, llegándose a venerar en Bélgica, Aragón, Italia, Andalucía, Castilla y Francia.
Recordemos que a partir de 1599, la historia de la Orden se divide entre los trinitarios de la antigua observancia (calzados) y los trinitarios descalzos (de san Juan Bautista de la Concepción en España). Los trinitarios descalzos veneraban a Nuestra Señora de Gracia, en vez de la Virgen del Remedio, que se había popularizado entre los calzados.
Cuando se unieron a la descalzos españoles, los conventos de Livorno y Turín, en Italia, y el Foucon en Francia, pertenecientes hasta entonces a los descalzos franceses, se encargaron de transmitir al resto de los conventos descalzos (en Italia) el culto de la Virgen del Remedio que ellos ya veneraban fervorosamente, anteponiéndole el adjetivo Buen (hacia el siglo XVII).
Con la restauración de la Orden en Italia, se va tomando como cosa propia esta devoción a la virgen del Remedio, especialmente a partir de 1920. En España curiosamente comenzó un proceso de fusión entre las dos advocaciones, llamándola indistintamente, Nuestra Señora de Gracia y del Remedio.
Luego de tanto esfuerzo por conseguir su patrocinio de la Sede Apostólica, Nuestra Señora del Remedio ha sido declarada Patrona Principal de la Orden, junto con Santa Inés, virgen y mártir, por el papa Juan XXIII en 1961, accediendo a una petición que había hecho el Capítulo General de 1959.
En la actualidad los trinitarios celebran la Fiesta de Nuestra Señora del Remedio con rango de Solemnidad el día 8 de octubre y el Nº 52 de sus Constituciones dice "...honren a la Virgen María con afecto filial y con verdadera devoción, fomenten su culto, venerándola, según una antiquísima tradición de la Orden, bajo el título de bienaventurada Virgen María del Buen Remedio, Patrona principal de nuestra Orden, rezando el rosario mariano y celebrando la misa votiva y la Liturgia de las Horas el sábado, según las rúbricas."
Finalmente, las representaciones más comunes (existiendo muchas y variadas) de la Virgen del Remedio son aquellas en las que se encuentra vestida con el hábito trinitario, con una de sus manos sostiene una bolsa de monedas, mientras con la otra carga al Niño quien tiene en sus manos el escapulario trinitario. Si la imagen se representa sin el niño, suele ser la Virgen quien lleva los escapularios.

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