Al iniciar la vida sacerdotal, estamos llenos de entusiasmo, pero en ocasiones aparece la imprudencia que viene a hacernos compañía. En estos primeros años, la compañía de un guía espiritual fraterno se torna fundamental, ya que es él, con su experiencia, quien nos va realizando una corrección fraterna.
También en estos primeros años aparece la creatividad, fundida con un toque idealista. Es la que hace resaltar nuestro carisma, alimentando nuestra pastoral y brindándole frescura a nuestro sacerdocio.
Con el correr del tiempo, debemos aprender a reconocer nuestros propios vacíos y la necesidad de analizar qué elementos colman nuestras vidas. Cuando estas tristezas y angustias lleguen a nuestro corazón, busquemos a María. Ella, como Madre de los sacerdotes, nos acompaña en este camino de amor y entrega, intercediendo por nosotros para mantener viva la llama de nuestra vocación.
1. No tienen vino: cuando uno asume la vida sacerdotal, aparecen dos elementos que ayudan muchísimo: el entusiasmo y la creatividad. Eso hace que tu ministerio sea una fiesta y se celebre.
Con el entusiasmo entra también la imprudencia, pero la alegría que llevas lo tapa y hasta lo justifica; pero lleva a iniciar una búsqueda del equilibrio. Es muy importante en los primeros años posteriores al seminario, que el neo sacerdote sea acompañado por un sacerdote con años de experiencia y con espíritu fraterno; para que lo vaya acompañando y también le vaya corrigiendo. Cuán importante es saber que en esta etapa también entran las repercusiones de los actos del neo sacerdote en el presbiterio, y más aún, que la importancia del sacerdote acompañante en los primeros años sea elemental, ya que también debe protegerlo de los primeros mal sabores de las críticas o de comentarios que desaniman.
Es esta actitud, la que permite que la fiesta se vaya acabando y el entusiasmo vaya cambiando a una estructura pastoral o a una simple monotonía parroquial. Cuántos neo sacerdotes fueron enviados a parroquias para tapar un vacío pastoral, más que un desafío vocacional.
Pero también aparece “la creatividad”. Es en los primeros años donde se funde lo creativo y un poco de idealidad, pero es el toque que vos como sacerdote le das a tu pastoral y aquí aparece “tu carisma”, porque el carisma alimenta tu creatividad y tu creatividad fortalece tu carisma.
Cuán importante es volver a tu carisma para que no se acabe la fiesta de tu vida, para que en vos no deje de aparecer la frescura de tu sacerdocio, porque el carisma es transversal a tu vida y a tu vocación; es lo que fogonea y fortalece. Cuando la creatividad desaparece por el miedo al qué dirán, cuando tu carisma se ata a un miedo de perder un puesto o posición en tu diócesis, cuando tu creatividad se ata a un mero “cumplimiento” en dónde mitad “cumplo” y mitad “miento”, es allí donde se acabó la fiesta de la vida, y allí se cae en la amargura de la melancolía.
2. Llenen las jarras: el sacerdote también vive vacíos y se siente muchas veces vacío. Los productos para llegar a esa instancia pueden ser muchos, pero sobre todo, es poder analizar “el por qué”. Para transformar el agua en vino, se necesita de servidores que llenen las tinajas. Aquí entra la disposición del sacerdote para volver a llenarse. Capaz que sea necesario que busque personas o momentos que lo ayuden a llenar de elementos que lo ayuden a transformar. Solo Jesús puede transformar lo natural en sobrenatural; por eso querido hermano sacerdote, no busques llenar tu vacío con elementos naturales. Recuerdo al padre Pepe Miljalchik que siempre me decía “como cura de campo te enseño que nunca debes beber bebida alcohólica solo, ni fiambre solo”, porque cuando vengan tus tiempos de crisis y presencia fuerte de la soledad, podés caer en el alcoholismo o en un mal comer que afectará demasiado a tu salud, con como por ejemplo, la diabetes.
Por eso, fíjate de qué elementos estás llenando tu vida para que Jesús los transforme. Puede que llenes con afectos desordenados, pornografia o amistades posesivas, o búsqueda de poder arquidiocesano, etc. Llénate de lo que sea más transparente y claro como el agua, para que Jesús lo transforme.
3. Hagan: María nunca abandona a sus hijos sacerdotes, pero esto implica un trabajo personal. María intercede, pero vos debes trabajar por tu persona y para que no se termine la fiesta de tu vida. Hay muchos sacerdotes que ya no viven la vida como una fiesta sino como una amargura. Creo que a todos en algún momento de nuestro sacerdocio se nos acabará el vino de vivir la vida sacerdotal con entusiasmo y creatividad. Pero como experiencia personal te digo, que cuando superas una crisis y aprendes a vivir el ministerio sacerdotal con lo que Dios viene transformando en vos, se hace una vida más hermosa. Porque logras comprender que tu sacerdocio no se ata a lo que los otros disfruten de vos, ni se ata a lo que vos hagas para que otros disfruten, sino que todo se detiene a lo que Jesús transforme y genere, ya no es a lo que generes vos.
María, Madre de los sacerdotes. ¡Ruega por nosotros!
Algo bueno está por venir.
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