Un día, hace poco más de 500 años, un pescador encontró una hermosa estatua de mujer en una remota playa de Indonesia.
Según la leyenda, junto a ella estaban escritas en la arena las palabras Reinha Rosari, en referencia a María, Reina del Rosario.
Fue la comidilla del pueblo de Larantuka, región situada en el extremo oriental de la isla indonesia de Flores.
Nadie sabía quién era ni qué significaba. Pero sí sabían que era especial: ¿quizá una diosa o su sagrada Madre Tierra? Así que el rey la guardó junto con otros objetos sagrados en el korkay o templo local.
La hermosa estatua de rostro triste permaneció en el korkay hasta que los misioneros católicos portugueses llegaron a Larantuka unos años más tarde. Inmediatamente la reconocieron como la Madre María, Tuan Ma. Probablemente procedía del naufragio de un barco portugués u holandés dedicado al comercio de especias, o de un mercader visitante.
A lo largo de los años llegaron dos estatuas más, que ahora se veneran y se mantienen en secreto. Se guardan bajo llave y sólo se sacan una vez al año: para un ritual único durante la Semana Santa.
Todos los años, el Jueves Santo, la gente hace cola durante horas para venerar al trío de estatuas. La cola se extiende a lo largo de un kilómetro. Muchos esperan toda la noche. Los bebés duermen en brazos de sus padres. Los fieles esperan pacientemente su turno para besar la lúgubre, serena y cautivadora estatua de la Madre María.
María -nombre común de muchas mujeres de la región- regresa a Larantuka desde su trabajo en Dubai cada Semana Santa sólo para verla. "Todos los años vengo aquí y paso mis vacaciones sólo para besar a María", dijo en el ritual del año pasado. "Es de corazón. Ella es muy sagrada. Es como mi madre. He confiado en ella toda mi vida".
Todos los años hay un consenso masivo sobre si Tuan Ma parece feliz o triste. El año pasado, todos estuvieron de acuerdo en que parecía feliz. Se sintieron especialmente aliviados porque la última vez que apareció triste, 15 personas murieron al volcar una barca durante la procesión acuática del Viernes Santo.
Tuan Meninu -una estatua del Niño Jesús oculta en un ataúd negro- es transportada por el agua desde su capilla hasta la catedral, donde comenzará la larga marcha del Viernes Santo. Una barca de pesca transporta un ataúd con una estatua del Niño Jesús a través del agua hasta la siguiente capilla. Le siguen en el agua cientos de embarcaciones peligrosamente sobrecargadas.
Esa tarde, cientos de familias visitan a sus muertos en el colorido cementerio de Larantuka, antes de marchar en la ardua procesión del Viernes Santo. Padres e hijos encienden velas en los monumentos conmemorativos.
La procesión comienza con la puesta de sol, y es el gran momento de Larantuka; la parte más espectacular y emotiva de la Semana Santa. Miles y miles de reverentes peregrinos siguen a las estatuas en su recorrido por la ciudad. Hay ocho paradas en la procesión, que representan las ocho tribus principales de Larantuka y los ocho pasos de la historia de la crucifixión de Jesús. La procesión no es apta para pusilánimes. Son nueve arduas horas de devoción: de pie, caminando, cantando, arrodillándose sobre el asfalto para rezar.
Es un interminable mar de velas en movimiento. La cera caliente gotea por las manos de los fieles mientras rezan y cae al suelo. Por la mañana está cubierta y resbaladiza, lista para que los rascadores de cera vengan a recogerla para hacer las velas del año siguiente, como han hecho durante cientos de años.
La llegada de la estatua no sólo desencadenó un ritual de Pascua, sino que transformó las creencias religiosas de Larantuka.
La región de Flores es tradicionalmente animista, una religión que considera que los objetos, lugares y criaturas tienen un espíritu. Cuando los portugueses llegaron a la región, buscando sacar provecho del comercio de especias de Malaca, trajeron consigo el catolicismo. Construyeron iglesias y escuelas, y los misioneros trabajaron con los lugareños para dar un significado católico a sus historias y creencias animistas.
En la actualidad, cerca del 90% de la población de Flores es católica, lo que resulta sorprendente si se tiene en cuenta que los católicos representan sólo el 3% de la población indonesia. Hay un fuerte sentimiento de paz y aceptación entre las religiones. Los católicos se casan con musulmanes y la violencia sectaria es muy escasa en otras partes de Indonesia.
Sin embargo, la Iglesia se ha mostrado incómoda por la fe simultánea del pueblo Lamaholot en el catolicismo y el animismo. En ocasiones, esto ha desembocado en disturbios civiles a pequeña escala.
En 1971, con el apoyo del relativamente nuevo gobierno de Suharto, los sacerdotes quemaron todos los korkay. Bajo el Nuevo Orden de Suharto, los indonesios se vieron obligados a elegir un solo dios entre las religiones oficiales descritas en la Pancasila, los principios rectores de Indonesia. El animismo no era una de ellas. Pero aún así, a pesar de los esfuerzos de la Iglesia, la creencia animista en una patria y en todos sus elementos naturales persiste y convive con la Biblia.
Es la mezcla especial de catolicismo de Larantuka.
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