La devoción a Nuestra Señora de Aires comenzó en la ciudad portuguesa de Viana do Alentejo a mediados del siglo XVIII.
Se cuentan algunas leyendas e historias sobre esta devoción mariana. Una de ellas es que Nuestra Señora de Aires surgió a partir de un voto ofrecido por unos comerciantes en agradecimiento a la protección de la Virgen contra una terrible epidemia que se había apoderado de la región. Como la petición hecha a la Virgen María fue prontamente atendida, los comerciantes comenzaron a conmemorar ese día en los años siguientes exponiendo sus productos en grandes ferias populares que reunían cada vez en mayor número a los habitantes de la región de Évora y de los alrededores.
Otra versión cuenta que, tras la expulsión de los moros de la región del Alentejo, un campesino encontró una imagen de María en una vasija de barro. Esta imagen se incorporó a la iglesia de Viana do Alentejo.
Pero la versión más llamativa de Nuestra Señora de Aires procede de la historia de Martín Vaqueiro, un rico agricultor de la región que poseía un ganado considerable en sus tierras. En cierta ocasión, los trabajadores de Martín se dieron cuenta de que, a cierta hora de la madrugada, los bueyes salían del corral para pastar por su cuenta y, con las primeras luces del día, volvían al corral. Se lo contaron a su jefe, quien, curioso, decidió acampar junto al corral para averiguar qué ocurría. Acabó quedándose dormido y en sueños vio a la mismísima Virgen María, que le explicó que era ella quien soltaba a los bueyes en el campo durante la noche y los reunía de madrugada. La Virgen María también le dijo que, al igual que cuidaba de los bueyes, cuidaría de quien le construyera una capilla en la zona.
Martín aceptó la propuesta pero, a pesar de tener muchas posesiones, tuvo que vender algunos de sus bueyes para poder cumplir con su compromiso. Cuando lo hizo, fue a contar el ganado que había en el prado y vio que había el mismo número que tenía antes de hacer el trato. Martín Vaqueiro comprendió entonces que se trataba de un milagro de Nuestra Señora.
El nombre de Nuestra Señora de Aires procede de Arês o Ares y está vinculado al nombre de la región donde tuvo lugar el suceso.
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