¡Oh, Madre de mi Salvador!
¡Bienaventurada entre todas las mujeres!
¡Pura entre todas las Vírgenes!
¡Reina de todas las criaturas!
¡Todas las naciones te aman, bienaventurada por excelencia!
Haz que yo proclame tus grandezas mientras tenga fuerzas para ello.
Concédeme la gracia de amarte cuanto me sea posible, te invoque mientras pueda hacerlo, y contribuya a honrarte tanto como mis fuerzas me lo permitan!
¡Oh, bienaventurada Virgen!
Al ofrecer tú misma nuestras súplicas al Señor, las haces dignas de ser presentadas ante Él por tu intercesión.
En tu poderosa mediación confiamos para obtener el perdón de nuestros pecados y después la gloria eterna,
a fin de tener la felicidad de alabarte, y de glorificar la misericordia del Señor,
por los siglos de los siglos.
Amén
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