Cuenta la leyenda que en 1129 un joven, buscando en la noche a una vaca que se perdió del rebaño, le cayó la noche encima, y sobre los pequeños salientes de una roca surgió un gran resplandor, una luz divina, el vaquero temeroso se acercó y descubrió allí inmóvil a la res, bajo la imagen de la Virgen, entre las paredes más alta de las peñas de la hoz que genera el río Gallo a su paso por el término de éstas, situadas en las tierras del Señorío de Molina, y la Virgen se llamaría Santa María de Molina más conocida como “Virgen de la Hoz”
La talla de la virgen fue llevada al antiguo templo de Molina de Aragón, que podía ser San Martín o San Miguel, de donde desapareció, volviendo a aparecer en el lugar del milagro.
En esas peñas se construyó una ermita, sencilla, de una sola nave y con arcos apuntados propios del gótico- renacentista con fuertes rasgos rurales y notables añadidos posteriores. Al otro lado de la nave, una sencilla puerta, que da paso al abrigo rocoso donde se produjo el milagro.
Desde la plazoleta exterior, se introduce al peregrino a la iglesia por un arco de medio punto coronado por dos décimas dedicadas a María. Dentro una amplia escalinata conduce a la entrada del templo cuya puerta principal, de estilo gótico primitivo (S. XIII) sobre su ojiva hay una inscripción bajo el escudo de un águila.
A finales del s. XV, D. Fernando de Burgos, rectificó el santuario e hizo una casa para ermitaños. Esta rehabilitación creó que se multiplicasen las visitas y las romerías.
El matrimonio D. Jaime Malo y Dña. Juana García fundó una Capellanía, y se ha descrito que hasta principios del s. XIX hubo constantemente un capellán en el santuario, e incluso dos, uno por el Patronato y otro por el Cabildo de Clérigos.
Dentro del templo hay una ventana desde donde se ve el punto exacto del milagro.
El altar mayor tiene un retablo dorado barroco de principios del s. XVIII, donde se encuentra la talla de madera de la Virgen y el Niño, que son morenos, entronizados como asiento de la divinidad.
Este milagro es celebrado todos los años en el domingo de Pentecostés, con la romería del Butrón y la Loa, que representa el enfrentamiento entre el bien y el mal. Después, ocho danzantes bailan, y finaliza el acto con una torre humana que eleva a los cielos a un niño vestido de ángel, gritando vítores a la Virgen.
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