Del sitio Gaudium Press:
Dios al ver su Inocencia,
en espíritu cristalizó a María.
Y llegado el mediodía,
anunciaría a su Estrella.
“Legiones y batallones,
buscad en pueblo elegido;
que a dos humildes consortes,
con cariño he protegido”.
“Joaquín, de vieja madera,
dará una Bella Esmeralda”.
Inocencia, el más Puro Diamante;
un Niño, sonrisa de culmen.
El día en que bajó radiante,
cruzó el umbral de una Virgen.
A Treinta y tres soles cantó,
con su Agua limpió la desgracia.
Y al perecer en la Cruz,
a Ella dio toda la gracia:
(Jesús)
– Ahí está la estirpe del hombre,
miradla, digna Señora.
No merece ella mi sangre,
os la entrego desde ahora.
Aquí está el Apóstol Virgen,
solo él prolijo ha quedado;
ha sido la única espiga,
que me ha dejado el Calvario.
Soy Hijo único Reina,
Unigénito Encarnado.
¿De dónde vuestra alega,
de mis infinitos hermanos?
(La Virgen)
– Culpa ha sido la tuya,
ya cuenta que te has dado:
que al darme a Juan como hijo,
entregaste al género humano.
Tú sabes y lo dijiste:
‘Por uno hubiera sangrado’.
Pues tus gotas de rubí,
para todos han bastado.
(Jesús)
– Acepto tu matronía,
que para eso he bajado.
Pero una condición les pongo,
que así sean mis hermanos:
Que si un día yo nací,
de tu seno y de tu canto,
que ellos nazcan de nuevo,
en tu vientre y de tu llanto.
A Vos os daré mi gracia,
así sea decretado.
De ellos llenad el cielo,
que estrellas está clamando.
Abrid santuario celeste,
por Adán yacía cerrado.
Que mi sangre y tu inocencia,
los purifique en tu regazo.
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