Durante la Edad Media era común para los cristianos devotos unirse a las órdenes religiosas, en forma auxiliar, algunas de estas asociaciones a veces fueron llamadas Órdenes Terceras o Terciarias porque se basaban en la Tercera Regla de las mismas Órdenes. Aunque estas personas estaban autorizadas para usar el “hábito terciario”, sin haber hecho los respectivos votos religiosos, su vestimenta tenía variantes en el velo, cruz pectoral y sobre todo en el escapulario. Con el tiempo, este quedó siendo el único distintivo autorizado para los terciarios.
Convertirse en miembro de una congregación era considerado muy importante, sobre todo a nivel espiritual, porque los terciarios participaban de las obras y méritos espirituales de toda la orden, o sea, de las misas, indulgencias, penitencias y oraciones de los miembros de la Primera (frailes) y Segunda Orden (monjas). Aportaciones económicas, de servicio, caritativas podían ser la aportación de los terciarios a la Orden, aunque sabemos que sus méritos espirituales no serían menos.
En el siglo XI el escapulario monástico se fue transformando paulatinamente y reduciendo visiblemente, y pasó de ser de una prenda del hábito a un pequeño objeto sacramental, para expresar la devoción de individuos que no fueran miembros de cierta orden, pero que deseaban alguna afiliación con ella. Esta transformación se dio sobre todo por comodidad y acercamiento a todo el mundo. Por ejemplo, los nobles, eclesiásticos no podían usar un escapulario enorme sobre las ropas, pero sí un pequeño “scapulae” junto al cuerpo. En 1280 ya existía la costumbre de imponer escapularios a seglares que no podían pertenecer a la Primera o Segunda Orden, a benefactores o fundadores de monasterios que eran casados.
Ya comienza a existir el escapulario tal y como hoy lo conocemos: dos rectángulos de tela unidos por una cinta o cordón. Así, aunque aún más grande que los modernos. Estos escapularios grandes son utilizados aún por miembros de la “Tercera Orden” (hoy llamadas Órdenes Seglares) de franciscanos, carmelitas, servitas, trinitarios y dominicos en ocasiones especiales. Para ganar las indulgencias asociadas a cada Orden, los miembros deben usar esta prenda constantemente, pero en 1883, León XIII permitió ganarlas si se usaba una pieza de menor tamaño. Una vez más y por los mismos motivos, el escapulario se reduce. El fin: no ser un objeto obstructivo.
Al extenderse la costumbre se hace necesaria la identificación y diferenciación, así que, al menos, los Mercedarios, los Trinitarios, los Carmelitas y los Servitas añaden el escudo de la Orden al Escapulario y comienzan a vestir a sus advocaciones marianas propias con el hábito de la Orden y el escapulario.
Estando históricamente aprobado que el hábito negro y el escapulario de los Siervos de María fue dado por la mismísima Virgen a los siete santos fundadores de la orden. en el monte Senario, Nuestra Señora se volvió a aparecer a los siete fundadores, mostrándoles un hábito negro y recomendando que lo llevasen en memoria de la Pasión de su Hijo. Les dio también las reglas de San Agustín, que debían seguir, fundando así una nueva orden religiosa. En memoria de esa aparición, que tuvo lugar el Viernes Santo del año 1239.
Hacia la mitad del siglo XV se empezó a reforzar el sentido que tiene el escapulario de ser el hábito negro original de la orden, estando esta idea también en la bula del Papa Inocencio VIII . El escapulario negro también se le conoce el del hábito del dolor pues recuerda el luto y el dolor de la Virgen por la pasión del Señor. María Santísima promete su ayuda en la vida y su protección y asistencia en la muerte para todos los que lleven su escapulario y le tengan devoción a sus dolores.
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