La imagen original de Nuestra Señora de la Divina Gracia o “Virgen de la cabeza inclinada” ("Maria mit dem Geneigten Haupt" en alemán), fue encontrada por el venerable padre carmelita descalzo Domingo de Jesús María (1559-1630) entre un montón de escombros en la ciudad de Viena (Austria) el año 1610. Eran años de enfrentamientos entre católicos y protestantes y alguien había profanado el cuadro de la Virgen, dañándolo y tirándolo después a la basura.
El padre Domingo lo restauró y lo colocó en un lugar digno, invitando a la población a un acto de desagravio a María. La Virgen se lo agradeció inclinando la cabeza y dirigiéndole palabras de consuelo. Desde entonces la imagen de María quedó inclinada en la posición actual, de ahí el nombre popular de “Virgen de la cabeza inclinada” con el que es conocida en Viena.
La imagen restaurada se convirtió en símbolo de la identidad católica que renace fortalecida después de cada persecución.
Como se sucedieron varios milagros ante esta imagen, la advocación a Nuestra Señora de la Divina Gracia se hizo muy popular, hasta el punto de que el duque de Baviera se la pidió al general de la Orden para llevarla a un nuevo convento de carmelitas descalzos que había fundado en Munich (Alemania). Más tarde el emperador Fernando II la llevó consigo a un convento carmelitano que fundó en Praga (Chequia). Al enviudar, su esposa la llevó consigo cuando se hizo carmelita descalza en un monasterio que ella fundó en Viena. A su muerte en 1655, la venerable imagen, que había presidido varias fundaciones carmelitanas en Centro-Europa, regresó al convento de los padres carmelitas descalzos de Viena.
En 1901 se trasladó la fundación a una nueva iglesia en las afueras de la ciudad, dedicada a la sagrada Familia, donde se conserva hasta el presente. El templo con fotos de cada altar (también el de la Virgen) se puede visitar aquí.
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