16 de octubre de 2022

Nuestra Señora del Rosario de Talpa

 Del sitio Guía Talpa:

Los peregrinos acuden a Talpa de Allende principalmente en cuatro grandes fiestas religiosas: el 2 de febrero, en que se celebra el Día de la Candelaria; del 11 al 19 de marzo, durante el novenario a Señor San José; en Semana Santa y el 12 de mayo, durante la coronación a la Señora del Rosario.

Sin embargo, el 7 de octubre, en que se celebra la fiesta a la Virgen del Rosario, ha sido reservado para el pueblo, al igual que antes lo era el 10 de septiembre, fecha en que se celebraba el tradicional “Baño de la Virgen”, un día antes del novenario de su renovación, ocurrida el 19 de septiembre de 1644. Actualmente, bastantes fieles acuden también durante estos días, además de los que llegan a visitarla cualquier día del año.

La imagen de la Virgen de Talpa, se dice, fue modelada por los indios tarascos del Estado de Michoacán y llevada a Talpa en el año de 1585; desde entonces ha concedido cientos de milagros a los innumerables peregrinos que han pasado frente a Ella con un rostro de sufrimiento y palabras de alabanza.

Los nativos del lugar, al tratar de recordar alguno de sus grandes milagros, difícilmente pueden escoger alguno de entre ellos y relatan más bien los que están escritos en la historia, como lo fue su prodigiosa renovación, ocurrida cuando la imagen de caña liviana y en mal estado iba a ser enterrada, y al ser colocada en un hoyo, en medio de un resplandor y se observó que la imagen que se iba a desechar se había inexplicablemente renovado.

El pueblo de Talpa también le agradece a su Virgen la milagrosa restauración de la torre izquierda de su Basílica, que debido a un fuerte sismo ocurrido en la década de los 20´s, en el siglo pasado, había quedado peligrosamente inclinada, pero ese mismo día, por la tarde, otro temblor puso la torre en su lugar.

La historia nos refiere que la Virgen iba a ser sepultada, el 19 de septiembre de 1644, en un hoyo abierto en la sacristía de la iglesia de aquellos tiempos, por encontrarse muy apolillada, carcomida, rota y empolvada, por disposición del señor Cura Pedro Rubio Félix. Fue la indígena María Tenanchi la encargada de envolver en manteles viejos las imágenes que iban a ser enterradas; la mujer tomó un mantel viejo y al querer tocar a la Virgen, hecha de pasta de caña de maíz, brotaron de Ella rayos de fuego y una luz muy intensa la cubrió, entonces la capilla se llenó de nubes y ángeles; los indígenas presentes cayeron al suelo desmayados por el susto y la impresión. La imagen sufrió una transubstanciación, o sea, un cambio de sustancia, pasó de ser de pasta de caña de maíz a una especie de cedro firme e incorrupto. A esto le llamamos el milagro de la Renovación. 

Se tiene noción de que hacia el año 1700 ya se realizaba este acto de imponerle a la Imagen de Nuestra Señora del Rosario algunos vestidos y joyas en la fecha del 10 de Septiembre; quienes lo hacían eran llamadas las indias Tenanchis, en recuerdo de la vidente del milagro de la Renovación: María Tenanchi. En la actualidad, "las Camareras de la Virgen", mujeres que no han contraído matrimonio y que viven en fe y castidad, son quienes, después de un proceso espiritual, realizan este ritual con sumo cuidado y devoción, que consiste en despojar a la Virgen de sus vestidos y joyas, acto seguido se limpia la imagen-escultura y tras colocarla en su peana, se procede a imponerle un conjunto de vestido nuevo, que llevará durante todo el año hasta el próximo 10 de Septiembre.

En los días anteriores a la fecha ya referida se colocan cortinajes y emblemas marianos en la Basílica; en el Camarín de la Virgen se erige el gran altar, colmado de flores, para poner la Imagen ya una vez cambiada. Cuando la imagen es retirada de su trono y conducida al Camarín inicia el ritual del Baño de la Virgen: sólo las Camareras pueden ingresar, en tanto los fieles y devotos entonan alabanzas y recitan oraciones. En el exterior de la Basílica se apostan los vecinos de los barrios de San Miguel, San Rafael y San Gabriel, que se dedican a elaborar una gran alfombra de flores, follaje, aserrín pintado, granos y semillas. 

El día 10 de septiembre se anuncia la salida de la Virgen; para dar comienzo a su recorrido. La Virgen se ve radiante llevada en andas, luciendo un nuevo vestido; camina entre flores, y flores le arrojan a su paso; pero la flor más bella es Ella misma. Es llevada a la parroquia del Señor San José, donde se encuentra el pocito, donde iba a ser sepultada por encontrarse en un estado deplorable el 19 de septiembre de 1644; sin embargo, el Señor la restauró por completo. Terminado el sencillo homenaje, la procesión reanuda su marcha hacia su Basílica: ya puesta en el altar se entona la Salve en latín y se imparte la bendición; luego se deposita en su trono. Así comienza el Novenario de la Renovación, acompañado de peregrinaciones, juegos pirotécnicos, serenatas en la plaza principal, Misas solemnes, rosarios con ofrecimientos, etcétera; la novena culmina el 19 de septiembre en recuerdo de aquel lejano año de 1644.

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