El origen de la devoción hacia Nuestra Señora de Betharram abarca dos hechos que se produjeron en la orilla del Gave de Pau, a 15 kilómetros de Lourdes.
Unos pastorcitos apacentaban sus rebaños en aquellos lugares, cuando, entre las rocas que se yerguen junto al torrente, vieron llamas misteriosas que salían de entre zarzas sin llegar a consumirlas. Los niños, pasado el primer momento de estupor, se acercaron a las rocas. ¡Cuál no fue su sorpresa al divisar una pequeña imagen de la Virgen con el Divino Niño en sus brazos!
La imagen fue sucesivamente llevada a dos sitios que parecían más adecuados para recibirla. Pero no quedó en ninguno de ellos y volvió cada vez a ser encontrada entre las rocas. Esta circunstancia fue interpretada como una señal de la voluntad divina. Allí mismo los fieles edificaron una capilla.
El segundo hecho fue: Una joven recogía flores en la orilla del torrente cuando, de repente, cayó al agua. Sintiéndose arrastrada por la corriente, pidió auxilio a María. Al instante, encontró al alcance de su mano un ramo salvador del cual se asió y pudo llegar a la orilla.
Para demostrar su gratitud a María, colocó al pie de su imagen un hermoso ramo de oro y como en el dialecto bearnés 'Beth arram' significa hermoso ramo, la devoción popular veneró a María Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de Betharram o sea del Ramo Hermoso.
El P. Garicoïts fue el fundador de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram.
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