La palabra “esposa” expresa la relación íntima y estrecha entre Nuestra Señora y el Espíritu Santo. Esta unión íntima y única tuvo lugar en el momento de su Inmaculada Concepción en el vientre de Santa Ana.
En esta unión mística y a través de ella, Dios mantuvo a María libre del pecado original. También la llenó de una abundancia de gracia tal que le permitiera un día convertirse en Madre de Dios.
El especial relacionamiento de la Santísima Virgen con el Espíritu Santo debe llenarnos de una confianza inquebrantable, pura y creciente en la omnipotencia de su súplica.
“Lo que Dios quiere de ti, alma que eres su imagen viva, comprada con la Sangre de Jesucristo, es que llegues a ser santa, como Él, en esta vida, y glorificada, como Él, en la otra.
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