En el año 580, un tal capitán Maurice se enfrentó a una gran tormenta en alta mar. Pidió ayuda a la Virgen y prometió que si él y su tripulación se salvaban, construiría un santuario en su honor. Desviado por los vientos, por un milagro logró salvarse y, en el pueblo donde amarró, se encontró con un monje que le dijo: "No fueron los vientos los que te trajeron a este lugar. Fue María, para que se le construya un santuario cuando sea elegido emperador". La profecía se cumplió y el santuario se construyó en Rossano - Calabro.
Un gran artista se puso a pintar un cuadro de María. Sin embargo, sucedió que todo lo que pintaba durante el día desaparecía durante la noche. Por ello, colocaron un vigilante para impedir la entrada de posibles intrusos, que dañaban el cuadro.
Una noche, una hermosa mujer con un niño en su regazo pidió entrar a rezar. Después de insistir, se concedió el permiso. ¿Qué daño podría hacer esa gentil dama?
Pasaron largos minutos y la mujer no salió de la iglesia. Cuando el vigilante entró en la iglesia, vio la imagen de la mujer y el niño estampada en lugar del cuadro. Así, Maria Achiropita: a-kirós-pita (no pintado por manos humanas). El vigilante salió gritando por las calles: "¡Nuestra Señora Achiropita! ¡Nuestra Señora Achiropita!"
Esta es la devoción mariana que nuestros hermanos italianos trajeron a Brasil y que veneramos como protectora y Madre de nuestra comunidad. Su fiesta se celebra el 15 de agosto, día de la Asunción de Nuestra Señora. En Brasil, sólo existe una iglesia dedicada a la Virgen, con la advocación de Achiropita, que se encuentra en São Paulo, en el barrio de Bela Vista - Bixiga. Su fiesta, es la mayor celebración religiosa de la ciudad. Que la Madre de Dios, Achiropita, nos proteja como a sus hijos y nos cuide con amor.
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