Del sitio de la Cofradía de Nuestra Señora la Virgen Blanca:
La tradición narra que en el s. IV, durante el pontificado del Papa Liberio, un matrimonio romano, el patricio Juan y su esposa, a falta de hijos deseaban conocer el destino que debían dar a sus abundantes bienes. Siendo grandes devotos de la Virgen, Juan soñó que la Virgen le había indicado que debía levantar un templo en su honor allí donde Ella le indicara. A la mañana siguiente, en pleno verano, era el 5 de agosto, apareció milagrosamente nevado el Monte Esquilino, a las afueras de la ciudad de Roma.
Narrados los hechos al Papa, éste autorizó la construcción de un templo en dicho lugar, bajo la advocación de Santa María de las Nieves o Virgen Blanca. Sobre sus cimientos se levantó en el s. IV la actual Basílica de Santa María la Mayor de Roma.
En recuerdo a esta tradición, en los lunetos de la capilla de la Virgen Blanca, en el año 1894, el pintor Juan Daniel Alba, siguiendo los bocetos realizados por Pedro Robles, reprodujo las pinturas que recordaban estos hechos y que Murillo ya había realizado en 1665 para la reapertura de la iglesia de Santa María la Blanca, de Sevilla. Este templo sevillano había sido anteriormente sinagoga y después mezquita. Las pinturas de nuestra capilla de la Virgen Blanca, son copia de las de Sevilla.
No obstante estos datos, hay abundante bibliografía sobre el origen de la devoción a la Virgen Blanca en Vitoria-Gasteiz. Una de las teorías señala que el origen de la devoción se debe al monarca navarro Sancho VI, el Sabio, que fundó la villa “NUEVA VICTORIA” sobre la aldea conocida como GASTEIZ. Según indican las fuentes, este rey era gran devoto de la advocación mariana de la Virgen Blanca y bien pudo trasladarla a su recién fundada Nueva Victoria.
Existen testimonios posteriores que reafirman la devoción a la Virgen Blanca, entre ellos el libro “Rimado de Palacio”, del Canciller Ayala, escrito en el s. XIV, que en sus textos hace referencias a la Virgen Blanca de Toledo y de Quejana, Álava.
Aproximándonos en la historia a los siglos posteriores, la primera cita documental concreta con respecto de la devoción a la Virgen Blanca en la parroquia de San Miguel de Vitoria es un documento suscrito en el año 1517 por los esposos Andrés Pérez de Elorriaga y María Martínez de Adurza por el que mandaron construir una capilla en la Iglesia de San Miguel bajo la advocación de la Virgen Blanca. La situación de la capilla fue el espacio que hoy ocupa la sacristía y precisamente en el exterior de ella, en la pared que daba al Este, hoy plaza del Machete, ya se veneraba en esas fechas la imagen de la Virgen Blanca en una hornacina colocada sobre el muro del ábside de la Iglesia.
Con el paso del tiempo, y según se extendía la devoción a la Virgen Blanca fueron creándose otras asociaciones también bajo su advocación. Además de la Cofradía de cereros, o primera Cofradía de la Virgen Blanca, se constata documentalmente que el s.XVII existían también las del Arrabal y de la Correría, si bien no eran cofradías estrictamente sino agrupaciones de fieles devotos de la Virgen Blanca, sin formulación jurídica canónica, que organizaban diversos actos religiosos en su honor.
En 1731 se creó la Cofradía de la Cuarta Función, cuya finalidad era organizar los actos litúrgicos y festivos del 8 de agosto en honor a la Virgen Blanca. Fue su continuadora la Cofradía del Alumbrado, creada en 1855, cuya principal función era mantener alumbrados los faroles que rodeaban la imagen de la Hornacina situada en el pórtico de San Miguel, además de ser la que organizaba el Rosario de la Aurora y el rosario nocturno (precedente del Rosario de los Faroles que salió por primera vez en 1896). Un año antes, en 1895, se creó la Cofradía del Rosario (de los Faroles) cuya función esencial fue la organización de este acto, conseguir los fondos suficientes para la construcción de los faroles de cristal y la guarda y custodia de estos elementos procesionales en condiciones adecuadas de conservación.
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