4 de febrero de 2019

Nuestra Señora de Foligno

Del sitio La Guía (Arte):

Rafael (1483 – 1520) es sin ningún género de dudas, una de las figuras pictóricas más destacadas de la historia del arte, durante el Renacimiento italiano ocupó el panorama artístico junto con Leonardo da Vinci y Miguel Ángel formando la conocida como “gran triada” de artistas. Su pintura amable y cercana causó sensación entre los más importantes comitentes de la época, trabajando incluso para el papado.

En esta ocasión nos encontramos ante una de las célebres Madonnas – Virgen con Niño- realizadas por el De Sanzio con motivo del encargo que le realizaría el secretario del papa Julio II, Sigismondo de Conti, quien aparece retratado en el óleo. La obra conmemoraría el milagro de la casa familiar de los Conti que salió ilesa de un fulminante rayo caído durante una tormenta o según otras versiones de un proyectil. Con todo lo que sí parece seguro es que, en torno a 1512 la obra ya se encontraba en el Monasterio de Santa Ana en Foligno aunque en un principio se supone que la obra estaba destinada a la decoración de la capilla funeraria de Sigismondo en Santa Maria de Aracoeli.

La obra está dividida en dos partes: en la zona inferior, la parte terrenal, aparece en la zona de la izquierda el comitente del lienzo de rodillas alzando sus oraciones hacia la Madonna de la parte superior; es presentado ante ésta por San Jerónimo. A la derecha aparece San Juan Bautista de pie, señalando a la Madonna y mirando hacia el espectador llamándonos a la veneración de la Virgen y San Francisco arrodillado en oración. En conjunto de la parte inferior se completa con la presencia de un pequeño angelote que sostiene una cartela.

La zona superior, la celestial, es quizás lo más interesante de todo el lienzo. La virgen se gira paciente para coger al Niño; un Niño regordete que se mueve y juguetea en los brazos de su Madre. Ambos aparecen en majestad, situado delante de un disco solar y sedente en un trono del nubes; el cielo nublado se ha resuelto con una gran maestría en la ambientación pero sobretodo con gran originalidad, ya que las nubes representan las formas de diversos ángeles que rodean a la Virgen y el Niño.

La composición triangular, típica de Rafael en las Madonnas se repite en esta ocasión, pero también se combina con un pequeño semicírculo que conforman los personajes. La gama cromática es apagada, de acuerdo con la ambientación. El tratamiento lumínico es excelente, con gran naturalismo y una ambientación única que preludia un ambiente cargado de tormenta, en alusión a la leyenda de la familia Conti. Precisamente el milagro aparece representado en la zona del fondo del lienzo, con un resplandor que recae sobre la casa.

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