Hay en el mundo miles y miles de representaciones de la Virgen santa y nos alegramos que haya ese amor a la Madre de Jesús.
La imagen de la Virgen Negra que veneramos en el Monasterio de SANTA MARÍA DE LOS TOLDOS es una hermosa representación de la Madre de nuestro Salvador, el cual quiso que Ella fuese a su vez la Madre de todos nosotros. Si la miramos bien nos evocará su presencia maternal, nos atraerá a su amor; nos inspirará confianza para que le hablemos y le manifestemos nuestros pensamientos y anhelos.
María
aparece como una joven de esbelta figura. Poco artistas han logrado
expresar un rostro tan bello y puro. Su cabello redondea su delicada
cabeza con una trenza que se abre luego sobre sus hombros. Sus ojos
dicen de humildad y ternura. Su vestido, de tono rojo oscuro, le cae
bien en pliegues paralelos hasta los pies. La orla, el cinto y el cierre
del cuello son delicadamente dorados. La típica línea gótica le da a la
figura vida y movimiento. Su mano derecha sostiene un cetro que, como
la corona que lleva, señala su dignidad de Reina, su gloria y su poder
intercesor ante el trono de Dios por medio de su Hijo divino.
La Virgen Negra, en su talla original, es la imagen que se venera desde siglos en el Santuario y Monasterio de Einsiedeln, situado en el corazón de Suiza. Nadie ha podido averiguar quién ha sido el tallador de esa imagen. Se cree que es obra de un artista que vivía en el siglo quince en el área cultural del Norte de Suiza, tal vez en la región del Lago de Constanza. Fue entronizada en el Monasterio de Einsiedeln, reemplazando a la imagen primitiva que había sufrido daño en un gran incendio.
Su capilla o camarín, que se halla dentro de la iglesia abacial, desde siglos había sido la meta de numerosos peregrinos. Allí había vivido el monje y ermitaño san Meinrado hasta su santa muerte, ocurrida en 861. Luego otros hombres de oración fundaron junto a su ermita (Einsiedeln) el Monasterio que pronto se haría famoso. Y año tras año, se multiplicaron los devotos que acudían a la capilla de san Meinrado y de la Virgen venerada por él. Ciertamente el lugar cobró más fama por la tradición que decía que Cristo en compañía de los ángeles había bendecido ese lugar. Y como se rezaba mucho allí, la Virgen intercesora alcanzó a sus peregrinos muchísimos favores. Yo creo que María Santísima se hace más prodigiosa donde más se le ama y le rezan. Hay libros que cuentan los milagros obtenidos ante la Virgen Negra de Einsiedeln: ciegos que vieron, tullidos que saltaron y muchos milagros de conversión.
Muy
numerosos "ex-votos" testimonian las glorias de María intercesora. Pero
más notable es la ininterrumpida afluencia de peregrinos al Santuario
de la Virgen Negra, y entre ellos hubo santos y santas, dignatarios e
incluso el Papa San Juan Pablo II. Desde niños hasta ancianos desean ver a
la Virgen. Ella es la Madre de nuestro pueblo, Vida para sus fieles y
esperanza de los pecadores.
Qué la Virgen sea negra también tiene su historia. En su origen no fue negra; se fue
oscureciendo a través de los siglos a causa del humo de velas y lámparas
que ardían constantemente en su altar. Los peregrinos las entregaban o
las encendían con el deseo que continuaran ante la Virgen su presencia,
su rezo y su amor.
Además intervino otro factor: en 1798, las tropas francesas de la Revolución invadieron gran parte de Suiza saqueando por doquier, incluso en las iglesias. Llegaron también a devastar el Monasterio de Einsiedeln, hasta demolieron parte del camarín de la Virgen con manos sacrílegas. Luego mandaron a París noticias que sus tropas traían un gran botín de ese santo lugar y entre lo más valioso la famosa Virgen Negra con sus joyas. Pero, en realidad, se habían llevado una copia de ella; pues los monjes, al tiempo que tuvieron noticias de la invasión, habían sustituido la imagen venerada por otra similar que tenían en la capillita de la enfermería, y así salvaron la sagrada imagen. Primero alguien la enterró al pie del monte Mythen. Más tarde la hicieron trasladar a su priorato en Voralberg, donde gran parte de la comunidad se había refugiado. Plácido Káhlin, un fiel capataz del Monasterio se ingenió para trasladarla en una caja puesta sobre sus espaldas. Allí, en San Geroldo, quedó oculta más de un año. Cuando los Padres se propusieron devolver la imagen a la veneración pública en Einsiedeln, se percataron de la necesidad de restaurar sus colores previamente y encargaron ese trabajo al pintor Juan Adán Fütscher.
Éste quitó el hollín de la Virgen y de las partes ennegrecidas, devolviéndoles el tinte original. Pero la imagen restaurada extrañó tanto a los que habían conocido la imagen oscura en sus peregrinaciones a Einsiedeln que la comunidad monástica resolvió pedir al pintor que devolviera el color negro al Niño y a la Madre. Y así lo hizo. Todo esto está asentado en los documentos archivados en el Monasterio. Desde entonces esta imagen es llamada la Virgen Negra.
Es de notar que
muchas estatuas de conocidos santuarios son de color negro: La Virgen de Czestochowa, en Polonia; la Morenita en Montserrat; la Pilarica de
Zaragoza; la de Puig, en Francia.
En
1948 vino la Virgen Negra a la pampa bonaerense y allí se eligió un
lugarcito en el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos.
Alguien dijo una vez que le habían gustado las caras morenas de los
mapuches de este vecindario. El grupo fundador de este Monasterio
pampeano trajo esta imagen que es copia exacta de la que se exhibe a la
veneración en Einsiedeln; de allí vinieron doce monjes para fundar una
nueva comunidad monástica y un nuevo hogar para la Virgen Madre donde
fuese amada.
El Hermano Simón Welti de Einsiedeln la talló con especial esmero y el Padre Bernardo la pintó.
El 3 de Mayo es para la historia del Monasterio de Santa María de Los Toldos una fecha memorable, pues ese día de 1948 llegaron los monjes enviados para la fundación a la Estancia "La Ciudadela" en el Partido de General Viamonte.
Aquí le regalaron a la Virgen Negra un nuevo "trono de misericordia" que sería un lugar de profundos encuentros con Dios.Desde el día de la llegada de la Virgen Negra a Los Toldos, la comunidad monástica la tienen como Patrona de la capilla y del lugar. Todas las tardes finalizan los monjes las Vísperas con el canto solemne de la Salve Regina.
La melodía gregoriana de esta sentida oración ha sido creada en el siglo XI, al parecer, por un monje de la Abadía de Reichenau, abadía abuela de la fundación de Los Toldos y bisabuela de la de Tupäsy María, en el Paraguay. La armonización a cuatro voces es obra del P. Marcos Landtwing (1787).
En el Perú existe una imagen similar pero de la cual no sabemos el autor fue traida en 1962 para la fundación del Monasterio de San Benito en Huaraz. Hasta la actualidad sigue allí aunque ya no exista el Monasterio.
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