Del sitio del Grupo Educativo Irakaskuntza Taldea:
La introducción del cristianismo en Etiopía se debe a San Frumencio, que fue enviado como misionero por San Atanasio hacia el año 341. En el siglo V llegaron misioneros de la Iglesia bizantina, pero desde el siglo VI al XII fue una iglesia bastante aislada. En el siglo XIII comenzó el cristianismo a cobrar un nuevo vigor. Desde entonces el pueblo etíope tiene fama bien adquirida de ser un pueblo muy devoto de la Virgen María. Los mismos etíopes -como escribía un misionero jesuita en 1623- «están persuadidos de ser los únicos en conocer los valores de la Madre de Dios y en darle el culto debido (...); y a costa de todos sus bienes, incluso de la propia vida, no profanarían su nombre».
Además de las numerosas fiestas (más de treinta), Nuestra Señora tiene grandísima parte en la devoción popular. Los etíopes tienen tal fe en la intercesión de María, que están seguros de obtenerlo todo por su medio y en su nombre, no sólo por Dios su Hijo, sino también por los hombres sus devotos.
No pocas veces, en la historia de Etiopía, en el nombre y por amor de María se han arreglado discordias, contiendas y rivalidades políticas; se han extinguida odios y se ha restablecido la paz.
Una costumbre que revela el alma mariana del pueblo etíope es la de "marianizar" los nombres propios, es decir, añadir al propio nombre el de María. Las mujeres etíopes tienen a María como particular patrona y protectora de las madres. Las nuevas mamás son llamadas "hijas de María" y a María le piden numerosa prole las mujeres casadas.
A la singular devoción del pueblo etíope a Nuestra Señora y a la particular protección de Nuestra Señora para con el pueblo etíope se debe sin duda el hecho, como puso de relieve Pío XI, de que sea "la única isla de cristianismo en África" y de que, durante quince siglos, a costa de numerosos sacrificios por parte de sus mejores hijos, haya sido el baluarte contra la invasión del islam.
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