24 de marzo de 2018

Nuestra Señora del Espino

Del portal católico Encuentra.com:
En Chauchina (Granada, España), el 9 de abril de 1906, una virtuosa anciana llamada Rosario Granados Martin, apoyada en el respaldo de una silla, por no poder caminar de otra manera, se dirigía muy de mañana a las afueras del poblado para curarse las llagas purulentas que hace mas de tres años padecía en la pierna y cuyo estado nauseabundo obligaba a huir de ella a cuantas personas la encontraban.
Abrumada iba la triste anciana, cuando vio que hacia ella venia una dama enlutada, llevando en sus manos un modesto rosario negro, la cual se detuvo a preguntarle qué le sucedía.  Rosario le contestó que estaba casi desesperada, porque ni Dios ni la Virgen se dignaban oírla.
Entonces la Señora le mandó que siguiera sus pasos hacia el cementerio. La anciana soltó la silla que le servía de sostén y con gran agilidad, que sorprendió a los que la vieron, siguió a la Señora por la angosta vereda, hasta llegar a un arroyo donde la Señora le dio la mano para ayudarle a pasar y como Rosario alargó la suya para asir la de la Señora, un joven que la vio en tal actitud, juzgó que estaba loca. Una vecina de las ultimas casas del pueblo la invitó a descansar y como se rehusara hacerlo por ir siguiendo a una Señora de "ojos hermosísimos y cara llena de gracia", la tomó por ilusa.
Llegó por fin al cementerio y la Señora enlutada le dijo con acento de compasión y tristeza "Oremos por los desgraciados del mundo que no temen la Divina Justicia". En seguida y puestas ambas de rodillas en el umbral del cementerio, comenzaron el rezo del Rosario observando la anciana la reverencia y devoción con que la Señora pronunciaba el nombre de Dios Padre. No había terminado el Rosario, cuando la anciana se sintió adormecida por un dulcísimo éxtasis, y al despertar se sintió completamente curada. Corrió presurosa preguntando por la Señora y nadie le supo dar razón de ella. 
Se Conmovió el pueblo a la vista de la prodigiosa curación, la prensa granadina comentó el hecho, al parecer milagroso y Chauchina y los pueblos de la comarca se persuadieron de que la misteriosa enlutada fue la Santísima Virgen, conocida bajo la advocación del Pincho, por el espino junto al cual se apareció primeramente y de los Dolores, por las negras vestiduras que llevaba la misteriosa aparecida.
Una pobre estampa, rodeada de rústicas piedras, fue el primer monumento que la piadosa gratitud de Rosario levantó a la Santísima Virgen. Un piadoso matrimonio levantó una capilla espléndidamente dotada para el culto; y junto a esa capilla ya ampliada porque era incapaz de contener las multitudes que en fervorosas romerías acuden de muchos pueblos, se levanta la esbelta silueta de un monasterio de Capuchinas, llevado allí por la piedad del Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo, D. Vicente Casanova y Marzal, para que adorando al Santísimo Sacramento y viviendo en perpetua oración y penitencia por los pecados del mundo, cumpliesen los deseos de la Santísima Virgen. En efecto, antes de morir manifestó Rosario a un Padre Capuchino que la Santísima Virgen le había dicho: "Quiero que en este lugar se dé culto al Santísimo Sacramento, por religiosas franciscanas."
Sólo a la Iglesia compete definir la verdad sobrenatural de esta aparición; pero al ver el "divino crescendo" de la fe, de las buenas costumbres y la generosidad con que los fieles contribuyen al esplendor del culto a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen, no podemos menos de confesar que parece que Dios quiere que lo que fue al principio humilde estampita y luego pequeña capilla, se convierta pronto en famoso santuario donde los pueblos respiren el espíritu de adoración y penitencia que ha de salvar al mundo.

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