17 de enero de 2018

Nuestra Señora de la Esperanza de Pontmain

Del sitio de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María:

Desde el 19 de Julio de 1870, Francia y Prusia, actual Alemania, entran en guerra. Anteriormente el Kaiser Wilhelm I (Guillermo I) había hecho la guerra contra Dinamarca (1865) y Austria (1866). El ejército prusiano avanzaba, victoria tras victoria. La situación era tan mala que el ejército francés comenzó a reclutar jóvenes sin experiencia militar de la zona cercana a la línea de defensa. Antes que los jóvenes de Pontmain se fuesen, el párroco los confesó, celebró la santa misa y recibieron la comunión.

A mediados de enero del 1871 el ejército prusiano dominaba dos terceras partes de Francia y estaba a pocas millas de la villa de Pontmain (unos 500 habitantes). En la zona se desató una epidemia. El 17 de enero, a eso de las 12:30, hubo un terremoto en Pontmain. Todo iba mal. La gente escondía sus pertenencias para evitar que cayesen en manos del enemigo. Decían desesperados: "Para qué rezar. Dios no nos oye".

El Padre Guerin, que había sido el párroco por 35 años y había reconstruido la iglesia destruida por la Revolución Francesa, pidió a los niños que oren a la Virgen por protección. Entre esos niños había dos hermanos muy piadosos. Ellos comenzaron el martes, 17 de enero, sirviendo de monaguillos en la Misa, recitando el Rosario y haciendo las estaciones de la cruz por las intenciones del hermano mayor que había sido reclutado por el ejército francés.

Esa misma noche uno de los hermanos, Eugenio Barbadette, de 12 años de edad, salía del establo de su familia cuando vio en el cielo una hermosa señora, en el aire, unos 20 pies por encima de los techos. La señora tenía un vestido azul oscuro cubierto de estrellas doradas, un velo negro y una corona de oro. Sus brazos extendidos como en la Medalla Milagrosa pero sin los rayos. Eugenio se quedó mirándola con asombro por unos 15 minutos. Cuando su padre y su hermano de 10 años, José, salieron del establo, Eugenio grito: "¡Miren allí! ¡Encima de la casa! ¿Qué ven?" José describió a la Señora tal cual como lo hizo Eugenio. Pero el padre no la vio y les ordenó con severidad que regresen al establo a preparar el alimento de los caballos. Sin embargo, un poco después, el padre les dijo que salgan y miren de nuevo. Otra vez la vieron. José repetía: "¡Qué bella es!, ¡Qué bella es!" La madre de los niños, Victoria Barbadette, vino entonces y le dijo a José que se callara porque estaba llamando la atención de los vecinos. Sabiendo que los niños eran honestos y no mentían, ella dijo: "Es quizás la Virgen Santísima quien se os aparece. Ya que la ven, recemos cinco padrenuestros y cinco avemarías en su honor".

Después de recitar las oraciones en el establo, para no llamar la atención, la Señora Barbadette preguntó a sus hijos si todavía veían a la Señora. Cuando dijeron que sí, ella fue a buscar sus lentes y regresó con su hermana Louise, pero ninguna de las dos vio a la Señora. Entonces la Sra. Barbadette acusó a sus hijos de mentirosos.

La Sra. Barbadette llamó a las hermanas religiosas y le advirtió a sus hijos: "Las hermanas son mejores que ustedes. Si ustedes ven, ellas ciertamente también verán." La hermana Vitaline no pudo ver a la Virgen pero ella sabía que los niños eran honestos. Entonces fue a la casa de un vecino y le pidió a dos niñas pequeñas, Francoise Richer (11 años) y Jeanne-Marie Lebosse (9) que fueran con ella. Las niñas vieron a la Virgen y la describieron igual que los niños.

Llega entonces la Hermana Marie Edouard y al escuchar lo que decían las niñas, fue a buscar al Padre Guerin y a otro niño, Eugenio Friteau (6 años y medio). Eugenio también vio a la Virgen. Para entonces había unas 50 personas reunidas. Agustín Boitin, un niño de sólo 25 meses quiso alcanzar la Virgen y dijo: "¡El Jesús! ¡El Jesús!" Sólo estos seis niños podían ver a la Virgen. Los adultos no podían ver a la Virgen pero sí las tres estrellas que aparecieron junto a la Virgen.

Un halo se formó alrededor de la Virgen. Cuatro velas aparecieron, 2 a la altura del hombro y dos a la altura de la rodilla. Una pequeña cruz roja, del tamaño de un dedo apareció sobre el corazón de la Virgen.

La Virgen se puso triste porque la gente no creía a los niños y en vez estaban discutiendo. Entonces el padre Guerin les pidió que se callaran y rezaran. Dijo: "Si solo los niños la ven es porque ellos son mas dignos que nosotros" La gente se arrodilló y rezaron el rosario. La expresión de la Virgen demostraba que ella estaba atenta a las oraciones. Gradualmente esto causó que la Virgen apareciera mas alta y bella.

Rezaron el rosario y el Magnificat. Gradualmente apareció bajo los pies de la Virgen un mensaje en letras doradas que los niños deletrearon en voz alta: "MAIS PRIEZ MES ENFANTS" ("Pero, Recen mis hijos")

La Hermana Marie Edouard entonces dirigió a los presentes en el canto de las letanías de la Santísima Virgen. El mensaje continuó: "DIEU VOUS EXAUCERA EN PEU DE TEMPS" ("Dios pronto os concederá lo que piden")

Llegó la noticia de que el ejército enemigo estaba en Laval, muy cerca de Pontmain. El mensaje del cielo continuó: "MONS FILS SE LAISSE TOUCHER" ("Mi Hijo se deja conmover")

Cuando los niños anunciaron este mensaje, el Padre Guerin le pidió a todos que cantaran un himno de alabanza. La Hermana Marie Edouard dijo, "¡Madre de Esperanza, tan dulce nombre, protege nuestro país, ruega por nosotros, ruega por nosotros!" Los niños exclamaban: "¡Que bella es!!"

Al final del himno, el mensaje desapareció. La gente entonces cantó un himno de arrepentimiento y reparación a Jesús.

Entonces lo niños exclamaron: "¡Miren, se está poniendo triste otra vez!"

Frente a la Virgen apareció un crucifijo color de sangre. Encima de este, una inscripción en letras mayúsculas y rojas con un fondo blanco: "JESUCRISTO". La Virgen miraba a la Cruz y sus labios temblaban de emoción. José recordó ese momento toda su vida y escribió: "Unos meses mas tarde vi a mi propia madre sobrecogida de dolor por la muerte de mi padre". Uno sabe cuanto esa escena puede afectar el corazón de un niño. Sin embargo, recuerdo que pensé que la angustia de mi madre no era nada en comparación con la de la Virgen María.

Mientras rezaban llegó un carretero con la noticia de que los prusianos habían tomado la cercana ciudad de Laval. La gente respondió, "Aun si (los prusianos) estuviesen a la entrada del pueblo, ya no debemos temer!"

A las 8:30 p.m., la gente cantó, "Ave, Maris Stella," y el crucifijo desapareció. Ella de nuevo sonrió y dos pequeñas cruces aparecieron sobre sus hombros. Ella bajó sus manos y un velo blanco la fue cubriendo desde los pies hasta la corona. Alrededor de las 8:45 p.m., los niños dijeron: "ha terminado".

Durante el tiempo preciso de la aparición, el general prusiano Von Schmidt, que estaba listo para arrasar con el pueblo de Laval en dirección a Pontmain, recibió órdenes del alto mando de no tomar la ciudad. La invasión de la Bretaña nunca se efectuó ya que el 28 de enero, 11 días después de la aparición, se firmó el armisticio entre Francia y Prusia. La intercesión milagrosa de la Madre trajo la paz. Los 38 soldados de Pontmain regresaron sin un rasguño.

Los dos niños, Eugenio, 12, y José, 10, se hicieron sacerdotes; una de las niñas Jean-Mary Lebossé se hizo monja, y la otra, Francisca, maestra. Los niños sufrieron agravios. El 10 de marzo de 1871 el general Charette fue a ver a Jeanne-Marie, desenvainó su espada y, presionándola contra el cuerpo de la niña, le dijo: "Si mientes, hija, te voy a matar. Tu no viste nada". Ella respondió: "Pero no puedo decir que no vi nada". Mas tarde un monseñor amenazó a los videntes y los impresionó haciéndoles creer que eran culpables de un sacrilegio. Pero la Iglesia reconoció la aparición.

En la fiesta de la Purificación, 2 de febrero, 1872, el obispo Wicart de la diócesis de Laval, publicó una carta pastoral otorgando aprobación canónica a la aparición.

El Papa Pío XI concedió la misa y el oficio en honor a Nuestra Señora de la Esperanza de Pontmain.

La Virgen fue coronada solemnemente por el Cardenal Verdier, Arzobispo de París el 24 julio de 1934.

En la actualidad hay una Basílica de Nuestra Señora de la Esperanza en Pontmain.

Esta aparición demuestra el poder de la oración de intercesión hecha con la humildad y sencillez de los niños.

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