1 de octubre de 2017

Nuestra Señora de la Misericordia de Valverde

Del sitio Foros de la Virgen:

La interesante historia del Santuario de la Madonna en Valverde de Rezzato, con su laguito, comienza en el año 1399, entre fines de junio y principios de julio. Un campesino estaba arando su campo a la entrada de Valverde, cerca de 9 en la vecindad de una pequeña iglesia dedicada a la Madonna. Imprevistamente su buey no quiso caminar más. 

Sorprendido el campesino levanta la mirada y ve delante de él un personaje vestido de una túnica rosa y con una capa azul. 

Con tono firme el personaje le ordena: “Toma los tres panes que tienes en la canasta y lánzalos en la charca (pequeño lago)”. 

Con miedo, el pío campesino se preparó para ejecutar la orden recibida. Cuando para lanzar el primer pan en la charca siente la llamada de una voz apacible que lo llama: “¡Espera! No los lances” 

Es una señora, parada en una roca en medio al agua, que le dirige la palabra. El campesino tímido no sabe que cosa hacer ni que cosa decir.
La señora vuelve a hablar: “Vuelve al adorable señor que te lo ha pedido y ruégale de parte mía que revoque su pedido y asegúrale que encontraré la manera de satisfacer su justicia divina”. 

El campesino vuelve hacia el personaje, refiriéndole la visión tenida de la señora y de sus palabras, pero el Señor se muestra decidido e insiste en la orden dada, y desea que él la ejecute. 

Triste el campesino vuelve al lago pequeño con sus tres panes, decidido para ejecutar la orden, pero la señora dice firme de nuevo: ¡”No! No los lances”. 

Pero la orden del Señor es esa, y debo ejecutarla” le contestó el campesino. 

¡”No! Espera, escucha" – le reprende la señora – "Yo soy la madre del Divino Redentor y el Señor que te ha dado la orden es mi hijo Divino. El está disgustado contra la perversidad que reina entre los hombres, y ha decidido a castigarlos con flagelos espantosos. Lanzar estos panes a la charca significaría el decreto irrevocable. Por lo tanto ve y ruega a mi Jesús que tenga misericordia de los pobres pecadores en la esperanza de que estos regresen a la vida virtuosa. Ten coraje y confía en la protección de la Madonna”.

El campesino con paso resuelto vuelve a la presencia del Redentor. Postrado en tierra expone entre lágrimas el deseo de su madre divina, le presenta sus méritos, sus plegarias, su interés y él le asegura la redención casi segura de los pecadores. 

Pero con firmeza y severamente Jesús le ordena: “Vuelve a la charca y ejecuta la orden que te he dado. La iniquidad de los hombres ha llegado al colmo, mi justicia esta agotada; el vicio y la lujuria están dominando más que nunca, ve y completa lo que yo te he pedido”. 

Lleno de temor, el pío campesino con enorme dolor en el corazón, fijó sus ojos en la cara del Madonna para el implorare misericordia y ayuda. 

Entonces le siente decir: “¡Oh buen hombre!. El caso es gravísimo. Insistamos en rogar a la Divina Misericordia. Tirar esos tres panes significaría el desencadenamiento sobre la tierra de tres flagelos terribles: la plaga, el hambre, la guerra con la exterminación de la mayor parte de gente. Ve de nuevo a los pies de mi Divino Hijo, preséntale a nombre mío en méritos de sus sacratisimas llagas, de su pasión y muerte, renovar mis votos y deseos, y la intercesión de mis súplicas, dile que me empeñaré por medio tuyo de reclamar a la gente una sincera penitencia. Insiste devotamente, ruega con mucha humildad y la misericordia del él prevalecerá “. 

El campesino vuelve de nuevo, llorando delante del personaje; se refiere a los rezos y a la súplica de la Madonna, y finalmente él siente responder: “A mi madre bendita nunca se lo negaré. Por el amor a Ella yo suspendo los dos primeros castigos y si los hombres se retractan de sus inmundas costumbres y se purifican profundamente en las lágrimas de la penitencia se verá aligerado en mucho también el tercero. Ve al laguito y lanza un solo pan”. 

Vuelto al laguito el campesino encuentra a la Madonna que permite que lance en el agua un de los tres panes, y le dice: “Ahora vas a anunciar las cosas que has visto y oído. Suplica a los hombres que abandonen la vida de impiedad, exhórtales a vivir cristianamente para aplacar la justicia divina que está seriamente irritada. Sugiéreles la purificación en el Sacramento de la penitencia, hagan devotas novenas con procesiones …usen ropa blanca … asistan con devoción a la Santa Misa… reciban con fe la Santa Comunión…. canten a la Madre Dolorosa”. 

El campesino después haber lanzado un solo pan, corre para informar a sus paisanos de lo sucedido, de como se frenó la plaga, y como la Madonna intercedió. 

El campesino entonces, acompañado de un grupo de discípulos vestidos de blanco como él, comienzan una acción de país en país, de región en región para narrar cuánto ha visto y para anunciar las palabras oyó, predicando la penitencia y el rezo, y haciendo procesiones. 

Nace así el movimiento de “dei Bianchi”, o “Disciplinatti”, del cual San Antonino de Florencia se refiere en la parte III de su trabajo histórico; movimiento religioso enorme que se difunde no solamente en Italia, sino también en Alemania, Francia y España. 

Casi una confirmación de su predilección por Valverde, la Madonna aparece una segunda vez en 1711. Hacia el final del verano de ese año la provincia de Brescia es golpeada por una epidemia seria con gran muerte de bovinos. Los habitantes de Rezzato y de las comarcas vecinas recurren a la Madonna de Valverde y programan una celebración solemne en el santuario para el viernes 2 de octubre. 

El día anterior, el jueves el 1º de octubre, dos muchachos Paolo Ogna de ocho años y Francesco Pelizzari de 11 años estaban recogiendo castañas en la colina de san Pietro vecino al laguito del Santuario. Cerca de las 16 hs, mientras estaban para volver a la casa, dan vuelta a la mirada a la capilla del lago y ven un esplendor en el techo que los maravilla. Mirando con la mayor atención, ven en medio de aquel calor a una mujer vestida de blanco y resplandeciente como sol, vestida de ropa sencilla y con una capa azul levantada en medio de una brisa misteriosa.

La curiosidad los empuja al monte y a correr hacia el laguito. La mujer se arrodilla hacia el este y ruega. Los dos muchachos se dicen extasiados: “ésta es la Madonna!”. Y arrodillados recitan delante de ella la Salve Regina. La visión pronto desaparece, pero el calor de la brisa lo ha notado también una mujer que recoge leña. Los muchachos corren para decir lo sucedido, y la gente va prestamente al santuario segura que la epidemia será cesada, como realmente sucede. 

Vecino al lugar de la aparición existía una pequeña iglesia octagonal del siglo XII. Inadecuada para recibir el flujo creciente de peregrinos, los “rezzate” deciden erigir un santuario más espacioso que fue acabado en 1715. 

La devoción de la Madonna de Valverde está viva también en nuestros días. El papa Juan XXIII dijo: ¡”Rezzato! Tengo aquí en mi corazón el santuario hermoso que he visitado” y el cardenal salesiano Silva Henriquez Arzobispo de Santiago de Chile, ha visitado el santuario de Valverde y ha presidido la celebración religiosa solemne el 22 de octubre 1967, en la ocasión del año de la fe. 

Cada año, en el último domingo de julio, una ceremonia eclesiástica representa la doble aparición de Cristo y de la Madonna con una procesión de la Parroquia al Santuario.

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